
(692 536) Mt 13,1-23 Códice Beza
13,1Aquel día, Jesús salió[1] y se sentó junto al mar. 2 Se congregaron hacia él multitudes numerosas, hasta el punto de tener que subir él a la barca[2] y sentarse en ella, mientras toda la multitud permanecía en pie sobre la playa. 3Él les habló largamente en parábolas diciendo: «He aquí que salió el sembrador a sembrar. 4Mientras él sembraba, una parte de las semillas cayó al margen del camino[3] y vinieron los pájaros y las devoraron. 5Una parte cayó en el pedregal, donde no había mucha tierra, e inmediatamente[4] germinó por el hecho de no tener profundidad la tierra; 6 cuando salió el sol se abrasaron y, por el hecho de no tener raíces, se secaron. 7Otra parte cayó entre las zarzas, y las zarzas crecieron y las ahogaron. 8Otra parte cayó sobre la tierra buena, e iba dando fruto, una cien, otra sesenta, otra treinta. 9El que tenga oídos para oír,[5] que oiga.»
10Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». 11Él, en respuesta, les dijo: «Porque a vosotros ha sido dado conocer los misterios del Reino de los cielos; a ellos, en cambio, no les ha sido dado. 12Porque a quien produce se le dará hasta que le sobre, mientras que a quien no produce se le quitará incluso lo que tiene.»
13Por esta razón les habla él[6] en parábolas: a fin de que, por más que miren, no vean y por más que oigan, no escuchen ni comprendan, no fuera caso que se convirtiesen. 14 Entonces se cumplirá sobre ellos la profecía de Isaías que decía:
«Ve y di al pueblo éste:[7]
Por más que oigáis, no comprenderéis,
por más que miréis, no veréis;
15 se ha embotado el corazón del pueblo éste,
se han endurecido sus oídos
y han cerrado los ojos,
con tal de no ver con los ojos,
ni oír con los oídos,
ni comprender con el corazón,
ni convertirse,
y que yo los pueda curar» (Is 6,9-10 lxx).
16 «Dichosos son, pues, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. 17 En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que estáis viendo vosotros y no lo pudieron ver, y oír lo que estáis oyendo vosotros y no lo oyeron.
18Escuchad, pues, vosotros la parábola del sembrador. 19A todo aquel que oye la palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que ha sido sembrado en sus corazones: este es el caso de lo que se ha sembrado al margen del camino. 20Lo que se ha sembrado sobre el pedregal, este es del que escucha la palabra y en seguida con alegría la acoge, 21 pero no tiene raíces dentro de él, sino que es inconstante, y cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la palabra, en seguida se escandaliza. 22Lo que se ha sembrado entre las zarzas, este es el que escucha la palabra, pero la preocupación secular y la seducción de la riqueza asfixia la palabra y devine infructífero. 23Finalmente, lo que se ha sembrado sobre la tierra buena, este es el que oye la palabra y la comprende: entonces da fruto y produce, uno cien, otro sesenta, otro treinta.»
La semilla y la tierra son buenas: que den fruto depende del oyente
En la escena hay tres elementos articulados en el Códice Beza: el mar, la barca y la tierra buena: «el mar» es indicativo del éxodo que emprende Jesús a fin de distanciarse de «las numerosas multitudes que se congregaron hacia él»; «la barca» es el lugar donde puede enseñar a la comunidad de discípulos, sin interferencias ajenas; «la tierra buena» es el lugar donde la semilla puede producir frutos abundantes, «cien, sesenta, treinta», tres actitudes positivas que contrastan con otras tres negativas: el margen del camino, el pedregal, las zarzas. Conocida como la Parábola del sembrador, se debería titular Parábola de los seis terrenos. Ni el sembrador ni la semilla son importantes: lo que es determinante es la actitud del oyente. La acción del sembrador es fundamental, porque es él quien tiene las semillas y las va sembrando por todas partes. En cambio, toda la responsabilidad radica en el que recibe la semilla. Si se mantiene «al margen del camino» de Jesús, «el Maligno arrebatará lo que ha sido sembrado en sus corazones», y no llegará ni siquiera a germinar. Si cae sobre el pedregal, sin haber quitado las piedras y puesto estiércol, germinará en seguida, «por el hecho de no tener profundidad la tierra», pero a la más mínima «tribulación o persecución por causa de la palabra», sucumbirá de inmediato. Si cae sobre las zarzas, las preocupaciones seculares y las seducciones de las riquezas la ahogarán, permanecerá infructífera. Tres situaciones negativas representan todas las posibles (tridimensionalidad). Pero hay también tres situaciones positivas, cuando las semillas caen «en la tierra buena», a las cuales no hemos prestado atención, porque no cuentan en ellas los números. Todas ellas dan fruto: unas al ciento por uno, otras al sesenta y otras al treinta. Lo que importa es dar fruto, y los frutos son siempre para los demás. Beza conserva el encabezamiento de la profecía de Isaías: «Ve y dile al pueblo éste: Por más que oigáis…» Es posible que quien lo suprimió se haya sentido aludido por este tono tan despectivo…
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] Según el texto usual, Jesús salió «de la casa/comunidad», sin que se haya hecho ninguna referencia a ella anteriormente. El Códice Beza, las antiguas versiones latinas y la siro-sinaítica ponen énfasis en la acción de «salir», sin ningún otro complemento, indicio claro de éxodo.
[2] El Códice Beza determina esta barca, donde Jesús «sentado en la barca», como en una cátedra de enseñanza, instruye a sus discípulos, lejos del ruido de «toda la multitud que permanecía en pie sobre la playa». Se trata de «la barca» de los Doce.
[3] La expresión griega para tên hodon (Mt, Mc y Lc, los tres Sinópticos dos veces), más que «au bord du chemin» (Biblia de Jerusalén), indica un lugar situado «al margen del camino», del Camino, a saber, que Jesús va trazando.
[4] El adverbio euthus, «sin más», en sentido temporal, connota inmediatez (usado aquí por el Códice Beza siguiendo Mc 4,5 y passim); eutheôs, «en seguida», utilizado por los demás códices.
[5] Mateo usa, en general, la fórmula más simple: «El que tenga oídos, que oiga»; aquí, en cambio, según el Códice Beza, usaría la fórmula compuesta: «El que tenga oídos para oír, que oiga», al igual que Mc 4,9a y Lc 8,8b. Es una «llamada a la necesidad de atender para captar el alcance de una enseñanza en imágenes» (Biblia de Jerusalén).
[6] Según el texto alejandrino, sería Jesús quien habría dado las explicaciones que vienen a continuación: «Por esta razón les hablo en parábolas.» Según el Códice Beza, en cambio, se trata de una glosa del redactor: «Por esta razón les habla él (Jesús) en parábolas.» Esta glosa abarca los vv. 13-15. No sería, por tanto, Jesús quien habría aplicado al pueblo de Israel estas durísimas palabras de Isaías, sino el evangelista Mateo, por su cuenta y riesgo. En cambio, en el v. 16 Jesús retoma el hilo de la enseñanza que iba impartiendo a los Doce: «Dichosos son, pues, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo…»
[7] Beza da mucho relieve al cumplimento de la profecía de Isaías: «Entonces se cumplirá sobre ellos la profecía de Isaías que decía: “Ve y di al pueblo éste…» (cita literal de Is 6,9-10, versión de los Setenta). Se está actualizando ahora el dicho de Isaías en referencia a «toda la multitud que permanecía en pie sobre la playa»: «se ha embotado el corazón del pueblo éste, se han endurecido sus oídos y han cerrado los ojos.» De aquí que les hable en parábolas. El encabezamiento del anuncio de Isaías tan solo lo conservan el Códice Beza, Eusebio y las versiones antiguas latinas y coptas. Es posible que los que lo suprimieron se sintieran aludidos por esta manera tan despectiva de designar dos veces al pueblo de Israel o al nuevo pueblo de Dios.





