
671 515) Mt 5,17-19.21-29.31-32a.33-37 Códice Beza
5,17 No os penséis que he venido a anular la Ley o los Profetas. No he venido a anular, sino a llevarlos a su plenitud. 18 En verdad os digo: mientras no pasen el cielo y la tierra, ni una iota ni un ápice de la Ley pasarán hasta que no suceda todo esto. 19 Por tanto, el que suprimiera uno de estos mandamientos tan pequeños, y así lo enseñe a la gente, será tenido por el más insignificante en el Reino de los cielos.[1]
21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», pero el que mate será reo ante el tribunal. 22 Pero yo os digo: el que se aíre contra su hermano sin motivo, será reo ante el tribunal; el que diga ‘insensato’ a su hermano será reo ante el Sanedrín; pero el que le diga ‘renegado’ será reo de la Gehena del fuego. 23 Por tanto, cuando estás a punto de presentar tu ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene alguna cosa contra ti, 24 deja allí, delante del altar, tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 25 Sé benevolente con tu adversario cuanto antes mejor, mientras aún vais de camino, no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez te entregue al guardia y te metan en la prisión. 26 En verdad te digo: No saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
27 Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio.» 28 Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer casada con el deseo de poseerla, ya ha cometido adulterio con ella en su interior. 29 Si tu ojo derecho te es ocasión de caída, arráncatelo y tíralo lejos de ti¸ es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros y no que tu cuerpo entero sea lanzado a la Gehena.[2]
31 Se dijo también: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. 32a Pero yo os digo: el que repudie a su mujer, fuera del caso de una unión ilegítima, la empuja al adulterio.[3]
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: «No jurarás en falso», sino que «cumplirás al Señor tus juramentos.» 34 Pero yo os digo: No juréis en absoluto; ni por el cielo, que es el trono de Dios, 35 ni por la tierra, que es el escabel de sus pies, ni por Jerosólima, porque es la ciudad del gran Rey, 36 No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes hacer que se vuelva blanco o negro ni un solo cabello. 37 Limitaos a decir: ‘sí, sí’ o ‘no, no’; todo lo que se dice de más es cosa del Maligno.
Habéis oído que se dijo a los antiguos… pero yo os digo…
Jesús, utilizando una serie de cinco antítesis (la semana próxima leeremos las dos últimas), quiere dejar bien claro que no ha venido en absoluto a anular la Ley mosaica, sino «a llevarla a su plenitud». Presupone que sus oyentes judíos, y más concretamente sus discípulos, ya se saben de memoria los diez mandamientos, y no piensa recitarlos. Por muy pequeños que sean, todos se han de respetar para hacer posible la convivencia humana. Plenamente consciente, asume el papel que tuvo Yahveh en el Sinaí y se dispone a matizar una serie de aspectos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos… Pero yo os digo…», aspectos que podrían quedar olvidados, poniéndolos al nivel de la concreta persona humana. El primero al que hace referencia: «No matarás» es el que menos se respeta y que ocasionó que la mayoría de las Setenta naciones, a las que Dios ofreció su proyecto, lo menospreciasen. Todo el entorno gira alrededor del hermano. Desde la infancia me quedó muy gravado el primer consejo: «Cuando estás a punto de presentar tu ofrenda en el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí, delante del altar, tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y después vuelve a presentar tu ofrenda.» El segundo es sobre el adulterio: «Todo el que mira a una mujer casada con el deseo de poseerla, ya ha cometido adulterio con ella en su interior»; la referencia al repudio es una variante posterior. El tercero hace referencia a los juramentos, que él rechaza de raíz: «Pero yo os digo: no juréis en absoluto… Limitaos a decir: ‘sí, sí’ o ‘no, no’; todo lo que se dice de más es cosa del Maligno.» Subraya tres cosas: veracidad, que vuestro sí o no sean sí o no; sinceridad, que el sí o el no de la boca se corresponda con el sí o el no del corazón; solemnidad, subrayando con la repetición que hay suficiente con la afirmación o negación, sin tener que recurrir a un juramento, que podría comprometer a la divinidad. Los juramentos los carga el Maligno.
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] La mayoría de los manuscritos, excepto los códices Beza y Sinaítico, han incorporado: «20 Pero el que los cumpla y enseñe esto, será tenido por grande en el Reino de los cielos. En verdad os digo que, si no sobrepasa vuestra justicia a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos.»
[2] Nuevamente la mayoría de manuscritos presentan esta incorporación: «30 Y si tu mano derecha te es ocasión de tropiezo, arráncatela y tírala lejos de ti¸ es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea lanzado a la Gehena.» Ved el paradigma completo (mano – pie – ojo) en Mc 9,42-48, resumido por Mt 18,8-9. En el presente contexto, tan solo tiene sentido la referencia «a tu ojo derecho», siendo la acción de «mirar a una mujer casada con el deseo de poseerla» la que es causa de adulterio.
[3] Tercera incorporación presentada por todos los manuscritos, excepto por el Códice Beza: «32bY el que se casa con la repudiada, comete adulterio.»





