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Domingo IV del tiempo ordinario

(011 408 721) Mc 1,21-28 Códice Beza

1,21Intentaron establecerse[a] en Cafarnaún. El sábado inmediato, habiendo entrado en la sinagoga, se puso a enseñarles.[b] 22 Estaban impresionados con su enseñanza. Es que les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los letrados. 23 Había[c] en la sinagoga un hombre inspirado por un espíritu inmundo y este se puso a gritar airado 24 diciendo: «¿Qué tenemos en común nosotros y tu, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Sé muy bien quién eres, ¡el Consagrado de Dios!». 25 Él lo conjuró diciendo: «¡Tu calla y sal de este hombre, espíritu inmundo!». 26 Salió, sí, el espíritu inmundo, no sin haberlo agitado antes convulsivamente. Habiendo gritado con voz poderosa, salió de él. 27 Todos quedaron atónitos, hasta el punto de discutir entre ellos mismos diciendo:[d] «¿Qué enseñanza es esta tan nueva? ¡La autoridad en persona, ya que incluso a los espíritus inmundos conmina, y le obedecen!». 28 Su fama se extendió directamente por la entera región circundante de Galilea.

Jesús enseña en la sinagoga con autoridad, no como los letrados

Leemos los textos evangélicos como si fueran relatos de crónica. Marcos describe la situación histórica en que se encontraba la sinagoga de Cafarnaún cuando Jesús aterrizó allí. La mala fama que le precedía, oriundo de Nazaret («¿Qué tienes tu contra nosotros, Jesús Nazareno?»), un villorrio cerrado, de gente violenta («¿Has venido a perdernos?»), no era la mejor carta de presentación. Jesús entra en la sinagoga el primer sábado después de su llegada y «se pone a enseñarles», persona a persona. Todos quedan impresionados por su manera de enseñar, con autoridad, no como lo hacían sus letrados. Mediante la figura de un poseído, instalado desde tiempo inmemorial entre el público de la sinagoga, Marcos condensa el fanatismo religioso que allí se respiraba. Se produce una lucha de espíritus. El espíritu de la sinagoga, tildado de «inmundo», se encara con Jesús, «el Ungido» por el Espíritu Santo. El Códice Beza suele hacer concertar en masculino uno y otro espíritus, cuando en griego pneuma es neutro, dejando entender que se trata sea de masas humanas poseídas por un mal espíritu, sea de personas libres ungidas con Espíritu santo. El grito airado del mal espíritu, las convulsiones que ocasiona en el público y el grito poderoso que emite antes de salir son el resultado del conjuro que Jesús le ha lanzado: «¡Tu calla y sal de este hombre, espíritu inmundo!». Lo hace callar para que no lo comprometa como el Mesías subversivo que flotaba en el ambiente de Cafarnaún. Todos han quedado atónitos; de inmediato se ha puesto en marcha un largo proceso de clarificación, ilustrado a base de dos grupos que se preguntan: «¿Qué enseñanza es esta tan nueva?»: la mayoría de los asistentes han percibido desde el primer momento la novedad de la enseñanza de Jesús respecto a la habitual de los letrados, y: «¡La autoridad en persona, ya que incluso a los espíritus inmundos conmina, y le obedecen!»: los más capaces lo consideran como un profeta y reconocen su superioridad sobre la institución sinagogal. Su fama se extenderá por la entera Galilea.

Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista


[a] Interpreto el imperfeto eiseporeuonto del Códice Beza en el sentido de un conato de tener un lugar, en Cafarnaúm, a diferencia del presente del texto usual, que señala simplemente el momento de entrar allí.

[b] La explicitación del pronombre autous en el Códice Beza precisa que la enseñanza que Jesús imparte es personalizada.

[c] Con el añadido del adverbio «justamente» calificando al imperfecto «había allí», el texto usual quita fuerza a la presencia permanente del hombre poseído en representación de la corporación sinagogal, como si fuera tan solo uno de los presentes a quien ahora se alude: «Justamente había en la sinagoga de ellos un hombre…» Además, con el añadido del pronombre autôn confiere a «la sinagoga de ellos» un tono despectivo, que aquí no hace al caso.

[d] En general se considera como si fuese una sola frase, y así se edita, lo que en realidad son dos frases que expresan la discusión que se ha entablado entre ellos, diferenciando entre los que se harán la pregunta sobre la novedad de la enseñanza de Jesús y los que formulan la respuesta en forma de admiración que ilustra el paréntesis inicial sobre qué clase de autoridad poseía Jesús: no la tiene recibida de la institución judía, sino por haberla recibido él personalmente de parte del Espíritu Santo.

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