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Domingo V del tiempo ordinario // Mc 1,29-39 Códice Beza

Foto de Neora Aylon en Unsplash

(012 409 722) Mc 1,29-39 Códice Beza

1,29Al salir de la sinagoga, fue a la comunidad de Simón y Andrés en compañía de Santiago y Juan. 30 Con todo, la suegra de Simón estaba prostrada, con fiebre. Y directamente le informan sobre ella. 31 Se acercó, extendió la mano y, cogiéndola de la mano, la levantó, e inmediatamente[a] la fiebre le remitió. Entonces ella se puso a servirles.

32 Al caer la tarde, al ponerse el sol, iban llevando a presencia de él a todos los que se encontraban mal por enfermedades diversas y a los endemoniados. 33 La entera ciudad estaba congregada cerca de su[b] puerta. 34 Él los curó. Y a los que tenían demonios, los expulsó de ellos, si bien no les permitía hablar, ya que sabían quién era él[c].

35 Muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, salió. Se fue al lugar desierto[d] y allí oró. 36 Lo atraparon entonces Simón y sus compañeros. 37 Cuando lo encontraron, le dicen: «¡Todos te están buscando!». 38 Él les responde: «Vámonos a las aldeas cercanas y a las ciudades, a fin de predicar también allí, que para eso precisamente he salido. 39 E iba predicando por las sinagogas de ellos[e], por la entera Galilea, y expulsando a los demonios.

La vida pública de Jesús resumida en un día, de puesta del sol a salida del sol

En el espacio de un solo día, una tarde y una mañana, según el cómputo judío, Marcos ha resumido toda la vida pública de Jesús. El día simbólico comenzó con la enseñanza que impartió un sábado en la sinagoga, escena que comentamos el domingo pasado. Segundo acto: «Al salir de la sinagoga», este mismo sábado, se fue «a la comunidad de Simón y Andrés en compañía de Santiago y Juan», los cuatro primeros discípulos que acababa de llamar, pero que no habían asistido a la sinagoga. En un inciso parentético Marcos nos informa de que «la suegra de Simón estaba postrada, con fiebre», agitada por la fiebre mesiánica que la abatía, fiebre que afectaba a Simón y a sus compañeros, Santiago y Juan, pero no a Andrés. No se explicita quiénes son los que le informan sobre la situación. Ha de ser sin duda Andrés, buen conocedor de aquella situación y sabedor de que tan solo Jesús le podía poner remedio. Jesús hace un trabajo que estaba prohibido por la Ley: extiende ostentosamente la mano, la coge y la levanta. Una vez que le ha remitido la fiebre, se ha podido poner a servirles, el servicio es lo que define a la comunidad de Jesús. Tercer acto: «Al caer de la tarde, al ponerse el sol, iban llevando a la presencia de él a todos los que se encontraban mal por enfermedades diversas y a los endemoniados.» A los primeros, los curaba; «a los que tenían demonios, los expulsó de ellos». Diferencianetamente a los enfermos de los endemoniados. A estos últimos «no les permitía hablar, ya que sabían quién era él». El texto usual explicita que «sabían que era el Mesías». Último acto: «Muy temprano, cuando aún estaba oscuro, salió. Se fue al lugar desierto y allí oró.» Marcos recalca el éxodo de Jesús hacia «el lugar desierto» (con artículo), el mismo desierto donde él había superado todas las pruebas gracias a la oración. Simón y sus compañeros de brega le dan alcance y lo quieren retener. Jesús les deja bien claro que «precisamente tenía que salir» para predicar la buena noticia: «E iba predicando por las sinagogas de ellos, por la entera Galilea, y expulsando a los demonios.»

Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista


[a] El Códice Beza describe con mucho detalle los cuatro trabajos que realiza Jesús saltándose la Ley sabática: 1) se acerca; 2) extiende la mano de una manera ostentosa; 3) la coge de la mano; y 4) la levanta de su pos­tración. El texto usual omite la acción de extender la mano, como también la inmediatez de la curación.

[b] Un detalle del Códice Beza, que podría parecer insignificante, nos revela que la casa donde ahora se encuentra Jesús, ya no es la comunidad de Simón, sino «su» comunidad, después de haber liberado a la suegra de Simón del mal espíritu que le oprimía  y de ponerse ella al servicio de los hermanos.

[c] El Códice Beza, avalado por el Sinaítico y el Alejandrino, con la mayoría de versiones antiguas, se limita a decir que «sabían quién era él». De hecho, ya lo había explicitado por boca del endemoniado de la sinagoga de Cafarnaúm: «Sé muy bien quién eres, ¡el Ungido de Dios!» (1,24): «el Ungido» y «el Mesías» son traducción el uno del otro. El Códice Vaticano y algunos manuscritos explicitan que «sabían que él era el Mesías». Los que estaban poseídos por un espíritu inmundo lo querían comprometer, y Jesús lo evita no dejándolos hablar. Jesús tiene un dominio absoluto de la situación, gracias al Espíritu Santo con el que fue investido. Hay aquí una lucha de espíritus, pero el Espíritu de Jesús prevalece sobre todos.

[d] Un nuevo detalle, conservado tan solo por el Códice Beza, designa «el desierto» hacia donde fue Jesús al salir de allí: el mismo desierto (al ponerle el articulo) donde había superado todas las pruebas que Satanás le había preparado (ver 1,12-13).

[e] Marcos, que justamente nos había hablado de «la sinagoga de Cafarnaúm» (1,21), donde Jesús había impartido una original enseñanza que contrastaba con la rutinaria de los letrados, califica ahora despectivamente «las sinagogas de ellos», haciéndonos saber que Jesús continua distanciándose de la sinagoga, como anticipaba el texto usual cuando la describía mediante el hombre poseído: «Había justamente en la sinagoga de ellos un hombre inspirado por un espíritu inmundo» (1,23, códices Vaticano, Sinaítico y mayoría de manuscritos).

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