
(023 420 733) Jn 10,11-18 Códice Beza
10,11 Yo soy el pastor que es bueno. El pastor que es bueno da su vida por las ovejas; 12 en cambio, el mercenario, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye —y el lobo hace presa de ellas y las dispersa—, 13 porque es un mercenario y no le importan nada las ovejas.
14 Yo soy el pastor bueno y conozco a las mías y las mías me conocen a mí, 15 tal como el Padre me conoce y también yo conozco al Padre y doy[a] la vida por las ovejas. 16 Pero tengo también otras ovejas que no son de este atrio[b]: también a estas es preciso que yo las conduzca, y escucharán mi voz: formaran un solo rebaño, un solo pastor.
17 Por eso me ama el Padre, porque yo inmolo mi vida, a fin de retomarla de nuevo. 18 Nadie me la arrebata.[c] Tengo autoridad para inmolarla y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este es el mandamiento que recibí de parte del Padre.
El Pastor que es bueno da su vida por las ovejas
Para comprender el pasaje que comentamos hoy hay que leer antes la parábola del pastor que Jesús había propuesto a los fariseos y que estos no quisieron comprender de que les hablaba (Jn 10,1-6). La Puerta Ovejera era la puerta que se encontraba al norte del Templo por donde introducían las ovejas. Jesús se ha constituido en «la puerta de las ovejas» y tilda a todos los que han llegado antes que él de «ladrones y salteadores», ya que «el portero» que guardaba las ovejas no les había dejado entrar y, para aprovecharse, «habían subido por otro lugar» escalando. Solo es pastor de las ovejas el que entra por la puerta, una vez que «el portero» ya ha comprobado las buenas intenciones. Se entiende así la expresión enfática: «Yo soy el pastor que es bueno»; los otros pastores eran unos mercenarios, a quienes no les importaba nada las ovejas: la única cosa que les importaba era destinarlas a los sacrificios pascuales. Jesús ha entrado dispuesto a darlo todo, incluso inmolar la propia vida, por liberar a las ovejas del «atrio» del Templo donde las tenían retenidas. El Códice Beza hace una sutil distinción entre «dar la vida por las ovejas» e «inmolarse» por ellas. Él se ha entregado totalmente durante los tres o cuatro años de vida pública intentando conocer personalmente a las ovejas y que las ovejas le conozcan a él, exactamente como le conoce el Padre y él le conoce. Se trata de un conocimiento que proviene de la experiencia y del amor que les manifiesta. Se ha presentado en el «atrio de las ovejas» y las ha llamado por su nombre, y éstas han reconocido su voz; las ha sacado fuera del recinto y las ovejas han seguido tras él. Esto le ha costado la vida. Hasta ahora ha hablado de las ovejas de Israel, pero —dice— «tengo también otras ovejas que no son de este atrio», las muchas ovejas que conforman las naciones paganas: «también a éstas es preciso que yo las conduzca, y escucharán mi voz». Unas y otras forman así «un solo rebaño» universal, con «un solo pastor».
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] El Códice Beza emplea dos veces el verbo «dar»: «su vida da por las ovejas… y la vida doy por las ovejas» y, más adelante, lo matiza cambiándolo dos veces por el verbo «inmolar»: «yo inmolo mi vida… Tengo autoridad para inmolar-la y tengo autoridad para retomarla de nuevo». El texto alejandrino utiliza, en cambio, siempre y, por cierto cinco veces, el verbo «inmolar»: «su vida inmola por las ovejas… y mi vida inmolo por las ovejas», primeramente, «yo inmolo mi vida… yo inmolo mi vida libremente (solo en el texto alejandrino)… Tengo autoridad para inmolarla y tengo autoridad para recobrarla», enfatizando así el tema de la inmolación de uno mismo. Beza, en cambio, distingue entre «dar la vida», mucho más amplio que «inmolarla», no centrándolo todo en la inmolación de uno mismo. Los traductores no distinguen entre «dar» e «inmolar».
[b] El termino técnico «atrio» (aulê) se predica en el escrito de Juan del «atrio de las ovejas» (Jn 10,1) y de «las otras ovejas que no son de este atrio» (10,16), en referencia a una dependencia del Templo, y del «atrio del sumo sacerdote» (18,15) Anás, donde Jesús fue interrogado.
[c] El texto alejandrino añade: «(Nadie me la ha quitado), sino que la inmolo yo libremente.»



