
(028 425 738) Mt 28,16-20 Códice Beza
28,16 Los Once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había ordenado. 17 Al verlo, le adoraron; algunos, sin embargo, dudaron.[a] 18 Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada plena autoridad en los cielos y sobre la tierra. 19 Id ahora: haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre e Hijo[b] y del Espíritu Santo 20 enseñándoles a guardar todo aquello que os he mandado. Y he aquí que Yo Soy con vosotros,[c] día tras día, hasta el fin del mundo.»
He aquí que yo soy con vosotros, día tras día, hasta el fin del mundo
En la escena del sepulcro vacío, el ángel del Señor se había aparecido a María Magdalena y a la madre de Jesús para que comunicasen a sus discípulos que Jesús había resucitado y que les precedía a Galilea, su tierra natal, lejos de la institución del Templo y de todo el barullo religioso que allí se incubaba. En el final del Evangelio, los Once discípulos restantes, después de la defección de Judas, se han ido a Galilea, la «Galilea de los paganos» (Mt 4,15), donde había una población mixta de judíos y paganos, «al monte que Jesús les había ordenado», una montaña sin nombre, a la que han de subir interiormente para tener una visión amplia de toda la realidad humana. En cuanto Once, han perdido definitivamente la representatividad que Jesús les había conferido sobre las doce tribus de Israel. Comienza, pues, ahora una nueva etapa. Al verlo resucitado con los ojos interiores, «le adoraron», como habían hecho los magos de Oriente (2,2). Mateo da una precisión que a algunos les habrá parecido fuera de lugar: «Algunos, sin embargo, dudaron», y que traducen por «antes, sin embargo, habían dudado», forzando la gramática. Las dudas entre los discípulos y la incomprensión casi total de la persona de Jesús constituirán una constante que llegará hasta el día de hoy. Jesús, investido de autoridad divina, les envía «a todas las naciones» y lo hace, según el Códice Beza, con un imperativo seguido del adverbio: «Id ahora» (en lugar del simple «Id, pues, y…») subrayando así la urgencia del momento. Han de hacer discípulos «en todas las naciones», pero no de forma masiva, sino persona por persona (notad el pronombre masculino plural) «bautizándolos… y enseñándoles»: mediante el bautismo sellarán su incorporación a la familia amorosa de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; la enseñanza les facilitará observar todo aquello que Jesús les ha mandado. Jesús, asumiendo un título reservado a Dios, les asegura su presencia constante: «Yo Soy con vosotros, día tras día, hasta el fin del mundo.»
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] Gramaticalmente, los dos verbos en tiempo aoristo se deben traducir en el mismo nivel lingüístico, el primero en sentido genérico o corporativo y el segundo formulando con plena consciencia una excepción.
[b] Tan solo el Códice Beza omite el artículo delante de «Hijo», uniendo así estrechamente Padre e Hijo, esta variante no ha sido reseñada en la edición crítica de NA28.
[c] Los códices Beza y Sinaítico conservan aún el orden primitivo de les palabras que confieren a Jesús el título impronunciable de Yahvé, «Yo Soy»; todos los demás códices no lo dan a entender pues invierten las palabras: «Yo con vosotros estoy» (lit.), aunque los traductores se ven obligados a traducirlo de igual forma.



