
(035 432 745) Mc 6,7-13 Códice Beza
6,7 Entonces convocó a los Doce discípulos y los envió en grupos de dos,[a] después de conferir-les autoridad sobre los espíritus inmundos; 8 y les ordenó que no tomaran nada para el camino, a no ser un bastón tan solo: ni alforja, ni pan, ni calderilla en la faja; 9 pero eso sí bien calzados con sandalias y les previno: «No fuera el caso de que os pusiérais dos túnicas.» 10 Y les continuaba diciendo: «Dondequiera que entréis, quedaos allí, hasta la salida. 11 Aquellos que no os reciban ni os escuchen, al alejaros de allí sacudíos el polvo de vuestros pies, como prueba contra ellos.» 12 Al salir, proclamaron que se convirtiesen; 13 expulsaron a muchos demonios y, habiéndolos ungido con aceite, curaron muchos enfermos.
Quedaos allí donde os reciban; si no os reciben, expulsaos el polvo de los pies
Jesús convoca «a los Doce discípulos» que anteriormente había elegido (3,13-15) y «los envía en grupos de dos», mejor que «de dos en dos» del texto usual, subrayando así que no se trata de parejas de individuos, sino de comunidades de personas. De hecho, «los doce discípulos» representan las doce tribus de Israel y, por tanto, son jefes de tribu. Para la difícil tarea que les encarga, «les confiere autoridad sobre los espíritus inmundos», sobre todo tipo de ideologías fanáticas contrarias al proyecto de Dios. Como a caminantes de largo recorrido, han de llevar bastón y sandalias bien atadas, pero han de confiar en la hospitalidad que les ofrezcan las personas a quienes van a visitar. Salta a la vista la cuarta orden puesta en estilo directo, a diferencia de las tres precedentes. Según el texto usual, la orden es muy clara y directa: «No os pongáis dos túnicas»; el Códice Beza, en cambio, lo presenta como una eventualidad: «No fuera el caso de que os pusiérais dos túnicas», que no tuvieran la tentación de comportarse como los ricos. Jesús no les marca ninguna casa/localidad determinada: «Dondequiera que entréis, quedaos allí, hasta la salida.» Por tanto, no se trata de ir de un lugar a otro, sino de convivir con las comunidades de personas que les den acogida y de confiar plenamente en su hospitalidad. Se han de presentar sin medios, como pobres, y compartir con ellos lo que les ofrezcan. En caso de que algunos no les recibieran ni les escucharan, con un gesto muy usual entre los judíos cuando salían del territorio pagano, se han de expulsar el polvo de sus pies, expresando a los habitantes de la casa que por su rechazo no ha habido la posibilidad de diálogo, con el fin de hacerlos reflexionar. No siguen, sin embargo, estrictamente les instrucciones que Jesús les había dado: «proclamaron que se convirtieran (como hizo Jesús, 1,15), expulsaron muchos demonios y ungieron a los enfermos con aceite, para curarlos» (3,15). Cuando regresen (6,30), Jesús les pedirá que rindan cuentas.
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] Beza, avalado con un códice minúsculo, los califica de «discípulos» y precisa, sin más, que Jesús «los envió en grupos de dos».



