
(037 434 747) Jn 6,1-15 Códice Beza
6,1 Después de eso, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, hacia los confines de Tiberíades. 2 Una multitud numerosa le seguía porque habían contemplado las señales que él realizaba en los enfermos. 3 Jesús se fue, pues, a la montaña y se sentó allí en compañía de sus discípulos. 4 Estaba cercana la Pascua, la fiesta de los Judíos.
5 Jesús, habiendo alzado los ojos y contemplado que una multitud numerosa venia hacia él, dice precisamente a Felipe: «¿Dónde iremos a comprar panes a fin de que coman todos estos?». 6 Decía esto para ponerlo a prueba, porque él sabía qué iba a hacer. 7 Felipe le responde: «Con doscientos denarios no habrá suficientes panes para ellos ni para que cada uno de ellos tome un pedacito.» 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 «Aquí hay un criadito que tiene cinco panes de cebada y dos pececitos: pero eso es para esos tales.»[a] 10 Jesús dijo: «Haced que los hombres se recuesten.» Había mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron, pues, los varones en número de cinco mil. 11 Jesús tomó los cinco panes, dio gracias y se los dio a los discípulos; los discípulos, a su vez,[b] a los que estaban recostados; igualmente también con los pececillos, tantos como quisieron. 12 Cuando se hubieron saciado, dice a sus discípulos: «Reunid los pedazos que han sobrado, a fin de que no se pierda ninguno de ellos.» 13 Los recogieron y llenaron doce cestos con los pedazos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los que los comieron. 14 Los hombres, pues, al ver la señal que había hecho iban diciendo: «Este es el profeta que había de venir al mundo.» 15 Jesús entonces, al darse cuenta de que estaban a punto de venir y llevárselo a la fuerza, para hacerlo rey, se retiró nuevamente a la montaña, él solo, y allí se puso a orar.[c]
Hay un criadito aquí que tiene cinco panes y dos pececitos,pero esto es para esos tales
Hemos abandonado el Ciclo B de Marcos en «un lugar desierto» donde Jesús tenía previsto instruir en privado a los Doce misioneros, si bien la convergencia de multitudes llegadas de todos los lugares le obligaría a cambiar de planes. En lugar de proseguir comentando el compartir marquiano de los panes, leeremos, distribuida en cinco domingos, la versión que nos da Juan 6. Este sitúa la escena «a este lado del mar de Galilea, hacia los confines de Tiberíades». Jesús, al ver que una multitud numerosa venia hacia él, pone a prueba a Felipe, por si confiaba en el dinero: «¿Dónde iremos a comprar panes a fin de que coman todos estos?». Andrés, viendo que había allí un criadito que llevaba cinco panes de cebada y dos pececillos y bien consciente de que «esto es para esos tales», muestra cómo se deberían de compartir (el texto usual lo devalúa: «¿pero qué es eso para tanta gente?»). Juan precisa que «había mucha hierba en el lugar» (con artículo) donde se habían de recostar los «cinco mil» hombres adultos para comer, subrayando que era un prado lleno de vida, a diferencia del Templo, el Lugar por excelencia, donde se sacrificaban las ovejas. Jesús «tomó los cinco panes, dio gracias y se los dio a los discípulos; los discípulos, a su vez, a los que estaban recostados; igualmente también con los pececillos, tantos como quisieron.» El texto usual omite la mediación de los discípulos. Una vez todos se hubieron saciado, Jesús tiene mucho cuidado de que la señal que les está dando sea para las doce tribus de Israel, remarcando a sus discípulos: «Reunid los pedazos que han sobrado, a fin de que no se pierda ninguno de ellos.» «Los recogieron y llenaron doce cestos de los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los que comieron.» Pero inmediatamente lo mal interpretaron como «la señal» que había de dar «el profeta» para liberarlos de los romanos. «Jesús entonces, al darse cuenta de que estaban a punto de venir y llevárselo por la fuerza, para hacerlo rey, se retiró nuevamente a la montaña, él solo, y allí se puso a orar.»
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] Con un ligero cambio, el texto usual lo transforma en una pregunta: «¿Pero qué es esto para tanta gente?» Andrés, según la lectura original del Códice Beza, habría querido aclarar que los cinco panes de cebada y los dos pececitos eran para cubrir las necesidades de quienes prestaban servicio.
[b] La mayoría de manuscritos, con el Vaticano y el Sinaítico a la cabeza, dan relevancia a la figura de Jesús haciendo que sea él quien distribuya los panes y los peces a los cinco mil hombres; según Beza, en cambio, muy bien apoyado por algunos unciales y por la mayoría de minúsculos, Jesús quiere que los discípulos experimenten como los panes y los peces se multiplican en sus manos: «Jesús tomó los cinco panes, dió gracias y los dio a los discípulos; los discípulos, a su vez, a los que estaban recostados; igualmente también con los pececillos, tantos como quisieron», iniciando así la primera cadena humana de compartir de mano en mano.
[c] Tan solo el Códice Beza conserva este detalle: «y allí se puso a orar». Jesús pide luz al Padre para discernir cómo se debía presentar de ahora en adelante como el Mesías de Israel, pero no en el sentido del Rey davídico que todos esperaban para liberarse de los romanos, dejando entrever que fueron sus propios discípulos los que habían arbolado aquella situación tan delicada: «se retiró nuevamente a la montaña, él solo». Teniendo en cuenta que esta es la única ocasión en que Jesús «ora», según el Cuarto Evangelio, y que el escritor lo pone en tiempo imperfecto, después del aoristo «se retiró», marcando el inicio de una acción, «se puso a orar», sin precisarse cuando acabó de orar, todo esto nos indica que nos encontramos en el momento más decisivo de la vida de Jesús, y que gracias a la oración ha superado definitivamente la prueba de un Mesías guerrero y violento que pretendían enarbolar los cinco mil hombres adultos allí reunidos, enardecidos por sus propios discípulos.



