(665) Solemnidad de Santa María Madre de Dios
Lc 2,15-21 Códice Beza. El Leccionario litúrgico lo hace empezar en el v. 16
2,15Sucedió que, cuando los ángeles se alejaron de ellos hacia el cielo, justamente los hombres, los pastores,a se dijeron unos a otros: «¡Eh!, atravesemos hasta Belén y veamos todo lo que ha pasado y que el Señor nos ha hecho saber.» 16 Fueron deprisa y encontraron a María a José y al niño tumbado en el pesebre. 17Al verlos, les hicieron saber todo lo que les habían anunciado sobre el niño. 18Todos los que lo oían se maravillaban del anuncio que les había sido dirigido por los pastores; 19 María, por su parte, conservaba todas estas palabras meditándolas en su corazón. 20Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como les había sido anunciado.
21Cuando se consumaron los ocho días requeridos para circuncidar al niño, le llamaron por su nombre, Jesús, el nombre que le había puesto el ángel antes de que fuera concebido en el seno de la madre.
Mariam, nombre de la chica judia; María, nombre de la chica creyente
Mal acostumbrados por los “Pastorets” que desde pequeños tenemos grabados en los ojos, leemos estos pasajes como si fueran cuentos infantiles. Los pastores, en tiempos de Jesús, eran mal vistos, considerados impuros porque convivían con animales. Lucas se sirve de ellos para describir la total marginación en que nació Jesús y lo contrasta con la completa sintonía que se estableció entre los ángeles y los pastores: «Cuando los ángeles se alejaron de ellos hacia el cielo, justamente los hombres, los pastores, se dijeron unos a otros…» Esta variante reforzada con el adverbio, «justamente los hombres», que conserva el Códice Beza, evidencia el cambio que se produjo en los pastores a raíz de la gloria que les rodeó de luz cuando se les presentó el ángel del Señor (Lc 2,9), hasta el punto de restituirles la dignidad humana de la que habían sido privados en nombre de la Ley. Alentados por la buena noticia, toman la decisión de atravesar hasta Belén. Van «deprisa» y encuentran una comunidad (tres personas) muy singular: «Maria, José y el niño tumbado en el pesebre». Al lector, Teófilo, ya le son familiares (triple artículo). «María», y no «Mariam» (como reza el texto usual), es «la llena de gracia», porque, a partir del momento en que el ángel Gabriel fue enviado a una joven galilea «de nombre Mariam», comprometida con un hombre «que tenía por nombre José» (1,26-27), y la saludó, le cambia el nombre judío por el de «María» (1,30), mostrando así el cambio profundo que se ha operado en ella; José ocupa el centro de la terna, pues los entronca con la dinastía davídica; el bebé recién nacido, reposa en un pesebre de animales. A María le resulta muy difícil digerir el anuncio de los pastores y opta por «conservar todas estas palabras meditándolas en su corazón». Ya llegará el día en que podrá comprenderlo. El niño, sometido a la Ley patria, será «llamado por su nombre, Jesús, el nombre que le había puesto el ángel antes de que él fuera concebido en el seno de la madre», anticipando así que debía «salvar» a su pueblo.
a Los pastores, según el Códice Beza, apoyado por muchísimos manuscritos, son «los hombres» marginados por la institución religiosa, considerados impuros porque convivían con animales.
b La mayoría de manuscritos le llaman por su nombre hebreo, Mariam; el Códice Beza, como siempre muy coherente, tan sólo lo llama así la primera vez (Lc 1,27), cambiándolo a partir del anuncio del ángel por el nombre griego, «María» (1,30.34). 38.39.41.46.56;2,5.16.19.34), indicando así el cambio profundo que se había producido en su persona.



