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Domingo XXXII del tempo ordinario

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(709 553) Mt 25,1-13 Códice Beza

25,1Entonces el Reino de los cielos se parecerá a diez jóvenes núbiles, que, habiendo tomado consigo sus antorchas, salieron al encuentro del esposo y la esposa.[1] 2 Cinco de ellas, sin embargo, eran necias y cinco sensatas. 3Las necias, pues, al tomar sus antorchas, no tomaron con ellas aceite en sus alcuzas; 4 en cambio, las sensatas tomaron aceite en las alcuzas juntamente con sus antorchas. 5Como el esposo tardaba, se adormecieron todas y se durmieron. 6 A media noche resonó un grito: «¡Ya está aquí el esposo! ¡Salid al encuentro de él!». 7Entonces se levantaron todas las jóvenes y aderezaron sus antorchas. 8Pero las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos de vuestro aceite, que nuestras antorchas se apagan.» 9 Les sensatas respondieron diciendo: «No fuera el caso que no haya suficiente para nosotras y para vosotras, será mejor que vayáis a los vendedores y os lo com­préis.» 10 Mientras se iban de allí[2] a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron en compañía suya al banquete de boda, y se cerró la puerta. 11Más tarde llegaron[3] las otras jóvenes diciendo: «¡Señor, señor, ábrenos!». 12Pero él, en respuesta, dijo: «En verdad os digo: no os conozco.»[4] 13 «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.»[5]

Diez jóvenes núbiles salen al encuentro del esposo y la esposa

La parábola de las diez jóvenes núbiles, en edad de ser desposadas, las damas de honor del esposo y de la esposa el día de su boda, es una de las mejores comparaciones empleadas por Jesús para describir cómo será el Reino de los cielos. El Códice Beza, reforzado por todas las versiones antiguas, conserva la lección original de la parábola: «salieron al encuentro del esposo y la esposa». La mayoría de manuscritos omiten «y la esposa», por el machismo dominante en la sociedad. La cifra 10 subraya la unidad del grupo. Pero, de inmediato, se nos informa de que están profundamente divididas entre ellas: 5 son necias y 5 sensatas, como sucede generalmente en nuestra sociedad. El aceite que unas llevan en sus alcuzas y las otras no, marca la diferencia entre el sentido común y la necedad. Todas ellas están bien proveídas de antorchas y de alcuzas, hoy diríamos de redes sociales, pero si no hay aceite, las antorchas no pueden dar luz. El aceite que llevan las sensatas es personal de cada una de ellas e intransferible: es el aceite que destilan de su interior poniendo bálsamo en las situaciones más difíciles. Hoy están de fiesta, han de iluminar la boda del esposo y la esposa. La diferencia entre las sensatas y las necias radica en el aceite que llevan siempre con ellas las jóvenes sensatas, mientras que las necias lo deben ir a comprar, deben contar con el dinero injusto, el dios Mamon, de la sociedad de consumo. La coincidencia entre el momento de su partida y el de la llegada del esposo, expresa muy bien la idea de Jesús de excluir del Reino tanto el ‘comprar’ como el ‘vender’. El aceite que han ido a comprar a los vendedores no les abre la puerta cuando llegan más tarde y suplican: «¡Señor, señor, ábrenos!». El esposo dice que no las conoce, porque no han estado velando hasta el momento de su llegada. «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora», lo refiere ahora a los discípulos y también a nosotros. El retraso de la venida del Esposo es una idea típica de Mateo.

Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista


[1] La lección más antigua leía «y la esposa» (Códice Beza, el original de algunos códices minúsculos, todas las antiguas versiones latinas, siríacas y coptas); paulatinamente la eliminaron en los otros manuscritos por influencia de las grandes iglesias del arco mediterráneo.

[2] El Códice Beza precisa muy bien que el esposo llegó «mientras se iban de allí» las jóvenes necias a comprar aceite a los vendedores, coincidiendo el momento de la partida con el de la llegada del esposo; todos los otros manuscritos leen: «Pero mientras ellas iban a comprar», sin acentuar la coincidencia. Una variante no atestada en las ediciones críticas modernas.

[3] Una nueva variante que tampoco ha sido atestada modernamente: Beza lee «llegaron» coincidiendo con la acción anterior de «llegó» el esposo; los otros manuscritos leen ahora en tiempo presente, «llegan también», como si no hubiese ocurrido nada.

[4] Tanto la parábola de las diez jóvenes núbiles de hoy, como la de los talentos que leeremos el domingo próximo, como también el juicio de las naciones con el que concluiremos el tiempo ordinario del año litúrgico, están perfectamente encuadradas en el Monte de los Olivos donde se sentó Jesús como en una cátedra enfrente del Templo de Jerusalén y a donde se le acercaron los discípulos para hacerle dos preguntes fundamentales sobre la preanunciada destrucción del Templo y la señal manifiesta de  su venida (24,3).

[5] La última frase ya no forma parte de la parábola: va dirigida ahora a los discípulos (ver 24,3), a quienes repite la invitación que les había hecho poco antes de permanecer velando: «Por eso también vosotros estad preparados, porque a la hora que no os pensáis llega el Hijo del hombre» (24,44). Los discípulos (masc.) «han de estar preparados» (24,44); las jóvenes sensatas (fem.), ya «están preparadas», por eso han podido entrar en compañía del esposo a la sala del banquete. Las jóvenes sensatas de la parábola representan, en realidad, a todos los amigos íntimos de Jesús, como María Magdalena y el Discípulo amado, entre otros muchos.

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