
(003 558 714) Jn 1,6-8.19-28 Códice Beza
1,6 Apareció un hombre enviado de parte del Señor, que tenía por nombre Juan; 7 este vino como testigo para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos llegasen a creer por medio de él. 8 No era él la Luz, sino para que diera testimonio de la Luz (…).
1,19 Y este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron desde Jerosólima sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Tú quién eres?», 20 y confesó y no lo negó[a] que «Yo no soy el Mesías». 21 Y nuevamente le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres Elías?». Dijo: «No lo soy.» «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No.» 22 Le dijeron, pues: «¿Quién eres tú? ¿Qué hemos de responder a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». 23 Declaró: «Yo soy voz de uno que clama en el desierto: “Enderezad el camino del Señor”, como había dicho el profeta Isaías.»[b] 24 Los enviados eran miembros del partido fariseo. 25 I le dijeron:[c] «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». 26 Juan les respondió diciendo: «Yo bautizo en agua, en medio de vosotros está uno, a quien vosotros no conocéis, 27 que viene detrás de mí, de quien no soy[d] digno de desatarle la correa de la sandalia.»[e] 28 Esto pasó en Betania,[f] al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Jesús, discípulo de Juan Bautista, ha pasado a ser el esposo que bautizará en Espíritu Santo
En el Prólogo, escrito en tono poético, encontramos dos incisos, redactados en prosa, relativos a Juan Bautista. En el primero de ellos, el autor del libro, que se presenta al final de la obra (Jn 21,24) como el Discípulo amado de Jesús, presenta a Juan Bautista como un hombre enviado por Dios para que diera testimonio de la Luz verdadera, Luz que la tiniebla del poder, que había extendido sus lazos y trampas sobre tota la humanidad, no la había podido atrapar. Y puntualiza que Juan no era la Luz, como de hecho pretenderán presentarlo más tarde algunos de sus discípulos, sino que había venido a dar testimonio de la Luz. En el segundo inciso que comentaré a continuación, el autor enlaza con el Prólogo el testimonio que dio Juan Bautista a los sacerdotes y levitas, enviados a él por los dirigentes judíos de Jerusalén. Tiene el carácter de un durísimo interrogatorio judicial, en el cual Juan les contesta cada vez más lacónicamente dejándoles bien claro que él no es el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Los enviados, entonces, le exigen que se pronuncie, a fin de dar una respuesta fehaciente a los fariseos que los enviaron. En tres trazos se define: 1) Jo soy la «voz» del personaje que todos esperaban; 2) «de alguien que clama» con voz profética que enderecen el camino del Señor; y 3) «en el desierto», «al otro lado del rio Jordán», donde él estaba bautizando, plantando cara a la Tierra prometida, donde no le escuchaban los dirigentes. Refiriéndose a la ley del levirato sobre el «desligar de la sandalia» por parte de quien pretendía llevarse a la esposa, les advierte que ya se encuentra «en medio de ellos» uno a quien no conocen, uno que había sido discípulo suyo, pero que a partir de ahora será el Esposo de Israel, de quien él no se considera «digno de desatarle la correa de la sandalia» (ver Dt 25,5-10; Rut 4,6-7). A diferencia suya que bautizaba «con agua», el que viene detrás de él bautizará «en Espíritu Santo».
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] El texto usual repite de nuevo «y confesó», dándole así más solemnidad a la confesión.
[b] Is 40,3 lxx.
[c] El texto usual enfatiza la pregunta: «Y le preguntaron y le dijeron».
[d] Nuevamente el texto usual añade el pronombre de primera persona: «de quien no soy digno yo».
[e] El texto hace una clara alusión a la ley del levirato, según la cual, cuando uno moría sin hijos, un pariente se había de casar con la viuda para darle hijos al difunto. Si el que tenía el derecho y la obligación de hacerlo no lo cumplía, otro podía ocupar su lugar. La ceremonia para declarar perdido el derecho consistía en desatarle la sandalia.
[f] Se trata de la Betania trans-jordana, El lugar de la barca/del embarcadero, que, al no haber podido ser localizado, muchos manuscritos y versiones lo cambian per Bethabara, El lugar del paso (Biblia de Jerusalén). El texto usual invierte el orden de las palabras, destacando así Betania: «Esto precisamente en Betania pasó» (lit.).



