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Mc 1,7-11 Códice Beza
1,7 (Juan Bautista) les iba diciendo: «Yo, por mi parte, os bautizo en agua; viene, sin embargo, detrás de mí[a] el que es más fuerte que yo, a quien no soy competente para desatarle la correa de sus sandalias; precisamente él os va a bautizar en Espíritu Santo.»
9 Sucedió que, por aquellos días, llegó Jesús desde Nazaret de Galilea; y fue bautizado en el Jordán por Juan. 10 Y mientras subía del agua, vio abiertos de par en par[b] los cielos y al Espíritu que, como la paloma,[c] bajaba[d] hacia él. 11 Y una voz sonó desde los cielos: «Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me he complacido.»
Vio el cielo abierto y al Espíritu que bajaba hacia él como la paloma que regresó al arca
El bautismo de Jesús, celebrado litúrgicamente después de las fiestas navideñas, nos podría hacer pensar en el bautizo de un niño. Sin embargo, recordemos que los cristianos ortodoxos no celebran la Navidad, sino la fiesta del bautismo de Jesús, de un hombre ya maduro que, a los treinta años, oyó la llamada de Juan Bautista y se presentó en el Jordán. Repetidamente Juan había anunciado la venida de un hombre que, si bien «viene detrás demí, es más fuerte que yo, de quien no soy competente para desatarle la correa de sus sandalias», una manera muy clara para un judío de decir que uno de sus discípulos, y no él, era el Esposo tan esperado por Israel. Él era su precursor y lo hacía bautizando en agua; cuando llegue, en cambio, el Ungido, «él os va a bautizar en Espíritu Santo». Hasta aquí el anuncio. El relato del bautismo de Jesús es muy escueto, como hace siempre Marcos en los pasajes importantes: «Sucedió que, por aquellos días, llegó Jesús desde Nazaret de Galilea; y fue bautizado en el Jordán por Juan.» Juan había ya bautizado a tantos en el Jordán, pero de ninguno de ellos se nos dice nada. El texto usual dice, en cambio, que, «al momento en que salía del agua, vio los cielos desgarrados», situándolo aún en el río Jordán y empleando para la visión celeste el verbo «desgarrarse», que no se encuentra en los otros Sinópticos. El Códice Beza emplea el mismo verbo «abrirse» que aparece por primera vez en la Biblia en la escena del diluvio: «se abrieron las esclusas del cielo» (Gn 7,11), pero después Dios se arrepintió: «No volveré jamás a maldecir la tierra por culpa de la humanidad» (8,21). En la persona de Jesús los cielos se han vuelto a «abrir de par en par» para no cerrarse ya jamás. Jesús hizo una experiencia única: «Vio al Espíritu que, como la paloma, bajaba hacia él», como «la paloma que volvió donde Noé con una ramita verde de olivo» (8,11). La voz que viene de los cielos expresa el momento en que Dios da el «tú» al Hijo del hombre: «Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me he complacido.»
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] El Códice Vaticano, frente a todos los otros manuscritos, evita apuntar aquí que Jesús seguía los pasos de su maestro el bautista omitiendo el pronombre «mi»: «viene detrás». Que Jesús fue discípulo de Juan un tiempo considerable molestó prontamente a más de un escriba importante (ver la corrección de Jn 4,2).
[b] Todos los manuscritos leen «vio rasgados los celos», excepto el Códice Beza y las antiguas versiones latinas que leen «vio abiertos de par en par los cielos», tanto es así que esta variante ni tan solo ha sido considerada digna de ser mencionada en el aparato crítico de la edición moderna más difundida de los evangelios. Tanto Mt 3,16 como Lc 3,22 retienen el verbo «abrirse», verbo que pone esta escena en paralelo con la del diluvio cuando «se rompieron todas las fuentes del abismo y las esclusas del cielo se abrieron» (Gn 7,11 lxx).
[c] Tres veces Noé soltó fuera del arca «la paloma» (siempre con art. determinado); la segunda vez, volvió con una ramita verde de olivo y la tercera vez que la soltó ya no volvió, se había posado sobre la tierra (Gn 8,8-12 lxx).
[d] El Códice Beza hace concordar contra las normas gramaticales el participio presente del verbo griego katabainôn, forma masculina, con pneuma que es neutro; el texto usual corrige en katabainon, neutro, evitando así la discordancia. Así mismo, el Códice Beza emplea con frecuencia este ardid para indicar que «el Espíritu» es una persona, es el Espíritu Santo personal de Dios. Lo hará igualmente con el «espíritu inmundo», porque considera que, en tal caso, se trata de personas humanas poseídas por este mal espíritu.



