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Domingo II de cuaresma // Mc 9,2-13 Códice Beza

Foto de Ben Lowe en Unsplash

(015 412 725) Mc 9,2-13 Códice Beza

9,2 Seis día después, Jesús se lleva consigo a Pedro y a Santiago y a Juan y los hace ascender a una montaña altísima, aparte, ellos solos, y se transfiguró en presencia de ellos; 3 sus vestidos se volvieron resplandecientes de un blanco intenso, como nieve, como nadie puede blanquear en la tierra. 4 Y se les apareció Elías junto con Moisés, y se pusieron a conversar con Jesús. 5 Reaccionó el Piedra y dijo a Jesús: «¡Rabí, bueno es que nosotros estemos aquí! ¿Quieres que haga tres tiendas,[a] una para ti y una para Moisés y otra para Elías?».  6 No sabía de qué hablar, pues estaban aterrorizados. 7 Se formó una nube que los iba cubriendo con su sombra. Y llegó una voz de la nube que decía: «Este es mi Hijo, el amado, ¡escuchadle a él!».[b] 8 Y al instante, mirando a su alrededor, ya no vieron a nadie, a no ser a Jesús tan solo en compañía de ellos.

9 Mientras ellos bajaban del monte, les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto, a no ser cuando el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. 10 Retuvieron aquella frase, si bien discutían entre ellos: «¿Qué quiere decir “cuando resucite de entre los muertos”?».

11 Entonces[c] lo interrogaron diciendo: «¿Cómo es que los letrados van diciendo: “Primero debe venir Elías? 12 Él les dijo en respuesta: «Si Elías, cuando venga él primero, lo debe restaurar todo, entonces, ¿cómo es que está escrito del Hijo del hombre que ha de sufrir mucho y ser menospreciado? 13 Pues bien, yo os digo que no solo Elías ya ha venido, sino que han hecho con él cuanto han querido, tal como ha quedado escrito acerca de él.»

«¡Escuchadle a Él!», no a Moisés ni a Elías

Después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo: «¡Tú eres el Ungido!», Jesús lo exorcizó por el tono diabólico con el que había pronunciado esta exclamación. «Seis días después», en día de sábbat, fuerza «a Pedro y a Santiago y a Juan», por separado (llevan artículo en griego), a subir a la misma montaña altísima donde el diablo le ha­bía mostrado todos los reinos del mundo y le había prometido que se los entregaría si acataba la Constitución de Israel. Los tres líderes se habían encarado con él porque no compartía el modo de actuar violento de Elías ni respetaba la Ley de Moisés. La transfiguración transporta a Jesús al lado de uno y otro: «Se les apareció Elías juntamente con Moisés, y se pusieron a conversar con Jesús.» A Pedro le pareció bien acoger a Jesús en la troica del poder: «¡Rabí, bueno es que nosotros estemos aquí! ¿Quieres que haga tres tiendas, una para ti y una para Moisés y otra para Elías?» Obviamente sitúa a Moisés en el centro, a la izquierda a Jesús y a la derecha a Elías. Es un buen político. El evangelista lo desautoriza: «No sabía de qué hablar, pues estaban aterrorizados.» La formación de una nube que los iba cubriendo con su sombra les da cobertura, para que puedan oír la voz que provenía de la nube: «Este es mi Hijo, el amado, ¡escuchadle, a él!». La voz recalca con énfasis que han de hacer caso a Jesús, y no a Moisés o Elías. A partir de a hora, Jesús es el único intérprete válido del Padre. Pero, no pudieron replicar, pues «al instante, mirando a su alrededor, ya no vieron a nadie, a no ser a Jesús tan solo en compañía de ellos». Lecciones como esta, las continúa impartiendo Jesús, pero es preciso que tengamos siempre cobertura para poderlas escuchar e identificarlo en las situaciones que se nos vayan presentando. Les prohibió decirlo a nadie, «a no ser cuando el Hijo del hombre resucite de entre los muertos», para evitar malas interpretaciones. Una vez haya fracasado y haya resucitado, ya estarán preparados para expresar el sentido de la visión. De momento, retienen la frase, si bien discuten entre ellos sobre su sentido.

Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista


[a] El texto usual (Vaticano, Sinaítico y muchos otros) es más expeditivo y lo formula en plural: «Haremos tres tiendas…»

[b] Tan solo el Códice Beza repite el pronombre autou, «¡a él!», es la manera de marcar una admiración en un sistema donde no tienen signos de puntuación ni de ninguna otra clase; esta lección ni tan solo se han dignado acogerla en el Aparato Crítico de Nestle-Aland.

[c] Los vv. 11-13 no los leeremos en la lectura dominical, si bien forman parte integrante de la secuencia que comentamos. Por eso no los he comentado.

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