
(032 429 742) Domingo XII del tiempo ordinario
Mc 4,35-41 Códice Beza
4,35 Entonces (Jesús) les dice, aquel mismo día, al caer la tarde: «Crucemos a la otra orilla» (la orilla pagana del Mar de Galilea). 36 Ellos (sus discípulos) dejan de lado a la multitud y se lo llevan tal y como se encontraba en la barca, si bien había otras muchas barcas en compañía de él. 37 En esto, se produjo un enorme remolino de viento; las olas se lanzaron contra la barca, hasta el punto que ya se llenaba la barca. 38 Entretanto él permanecía en la popa, sobre un cabezal, durmiendo. Lo despertaron y le dicen: «Maestro, ¿no te importa nada que nos perdamos?» 39 Él, habiéndose despertado, conjuró al viento y al mar y dijo: «¡Calla!» y «¡Enmudece!». Amainó el viento y se hizo una gran bonanza. 40 Entonces les dijo: «Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» 41 Se asustaron con un miedo atroz y se pusieron a comentar entre ellos: «Pues, ¿quién es éste, que incluso el mar y los vientos le obedecen?».
Habida cuenta que la misa vespertina de ese domingo coincidirá este año con la vigilia de la natividad de Juan Bautista y teniendo presente que tanto Juan Bautista como Jesús son los dos únicos personajes de quienes se celebra la natividad, he resuelto cambiar de tercio y comentar hoy.
El nacimiento de Juan Bautista
Lc 1,57-66.80 Códice Beza
1,57 A Elisabeth se le cumplió el tiempo de dar a luz, y parió un hijo. 58 Oyeron decir sus vecinos y parientes que el Señor había engrandecido su amor hacia ella y se congratulaban con ella.
59 Sucedió que, el día octavo, fueron a circuncidar al niño y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. 60 Reaccionó su madre y dijo: «¡No! Se ha de llamar por su propio nombre, ¡Juan!».[a] 61 Le replicaron: «No hay nadie entre tu parentela que tenga ese nombre.» 62 Sin embargo hacían señas a su padre como quería que se llamara. 63 Pidió una pizarra y escribió: «Juan es su nombre.»Al instante se destrabó su lengua, y todos quedaron sorprendidos. 64 Se abrió, entonces, su boca, y se puso a hablar bendiciendo a Dios. 65 Se apoderó un gran miedo de todos los que eran vecinos suyos, y por la entera serranía de Judea se hablaba de todas estas cosas. 66 Y lo guardaban, todos los que lo oían, en sus corazones preguntándose: «¿Qué será, pues, este niño, puesto que la mano del Señor está con él?»…[b]
1,80 El niño crecía y se fortalecía en el espíritu; vivía en parajes desiertos, hasta el día de su manifestación ante Israel.
Al instante se destrabó la lengua de Zacarías
A diferencia de María y José, dos jovencísimos esposos, Zacarías y Elisabeth eran ya viejos cuando el ángel Gabriel anunció a Zacarías que su mujer pariría un hijo y que él le pondría el nombre de Juan; pero se quedó mudo porque no creyó en el anuncio del ángel. Ocho días después que Elisabeth hubiera dado a luz a su hijo, en el momento de circuncidarlo, le quisieron poner el nombre de su padre, Zacarías, pero Elisabeth reaccionó secamente: «¡No!, se ha de llamar por su propio nombre, ¡Juan!». Le replicaron que nadie entre su parentela tenía ese nombre. Entonces, haciendo señas, preguntaron a Zacarías como quería que se llamara. Pidió una pizarra y escribió: «Juan es su nombre.» Los tres, el ángel Gabriel, y la pareja Elisabeth y Zacarías, una vez se hubieron llenado de Espíritu Santo, coinciden en ponerle el nombre de Juan. «Al instante se destrabó su lengua, y todos quedaron sorprendidos. Se abrió, entonces, su boca, y se puso a hablar bendiciendo a Dios.» Zacarías y Elisabeth, de edad avanzada, uno, y estéril, la otra, representan al Israel envejecido e infructífero que, en asamblea, estaba rogando en el Templo a la hora de ofrecer el incienso, esperando que una intervención divina, a base de señales espectaculares, salvaría a su pueblo. Ni el culto ni la observancia de la Ley le habían proporcionado la fe. Zacarías, en el Benedictus, habla de una salvación nacional de las manos de los enemigos, los paganos. El efecto de la salvación sería el verdadero culto, como corresponde a un sacerdote y buen observante de la Ley. La respuesta a la pregunta que todos se formulaban: «¿Qué será, pues, este niño, dado que la mano del Señor está con él?», la encontramos en la parte final del cántico: «Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque te adelantarás ante la faz del Señor para preparar sus caminos.» En el colofón se nos habla del crecimiento y fortalecimiento del niño y se apunta ya su adolescencia y madurez: «Vivía en parajes desiertos hasta el día de su manifestación ante Israel.»
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] La primera mención del nombre de Iôanês Códice Vaticano | Iôannês Códice Alejandrino en la Biblia de los Setenta se presenta por primera vez en el libro de Esdras, 8,38 (12), en la lista de los cabezas de familia que acompañaron Esdras cuando regresaron de Babilonia.
[b] El pasaje prosigue todavía: «67 Y Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y dijo: 68 “Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y ha obtenido el rescate de su pueblo; 69 ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, 70 tal como lo había anunciado por boca de sus santos profetas, que han existido desde siempre: 71 que nos salvaría de manos de nuestros enemigos y de todos los que nos odian 72 y que se mostrará así misericordioso hacia nuestros padres, acordándose de su santa alianza, 73 juramento que juró a Abraham, nuestro padre, de concedernos que, 74 sin miedo, liberados de las manos de nuestros enemigos, le demos culto 75 con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. 76 Y tú, además, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, pues te adelantarás ante la faz del Señor para preparar sus caminos: 77 a fin de dar a conocer la salvación de su pueblo mediante el perdón de sus pecados 78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, en virtud de las cuales nos ha visitado un astro que sale de la altura; 79 a fin de hacer brillar la luz a los que en tiniebla y sombra de muerte están sentados; a fin de dirigir rectamente nuestros pasos por el camino de la paz”» (1,67-79).



