
(033 430 743) Mc 5,21-43 Códice Beza
5,21 Habiendo cruzado Jesús a la otra orilla, de nuevo se congregó[a] una multitud numerosa a su alrededor en la orilla del mar. 22 Llega entonces un representante de los jefes de la sinagoga[b] y se prostró a sus pies 23 suplicándole y diciéndole: «Mi hijita está a las últimas; ven a tocarla con tus manos,[c] a fin de que se salve y viva.» 24 Y él partió en compañía suya. Se puso a seguirlo una multitud numerosa que le apretujaba.
25Cierta mujer que sufría flujos de sangre hacía doce años, 26 que había sufrido muchísimo bajo muchos médicos y había gastado todo lo que tenía, que no había mejorado en absoluto, sino más bien empeorado, 27 al oír hablar de Jesús se acercó por detrás y tocó su manto entre la multitud,[d] 28 pues decía en su interior: «Si por ventura su manto llego a tocar,[e] me curaré.» 29 Al instante se secó la fuente de su sangre; entonces notó en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento. 30 Al instante habiéndose dado cuenta también Jesús de la fuerza que había salido de él y[f] girándose entre la multitud preguntó: «¿Quién ha tocado mis vestidos?». 31 Pero, sus discípulos, le dicen: «Ves que la multitud te está apretujando y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”». 32 Él miraba a su alrededor para distinguir a la que lo había hecho. 33 La mujer, espantada y temblorosa por lo que había hecho a escondidas,[g] consciente de lo que había ocurrido, fue, se prosternó delante de él y le confesó toda la verdad. 34 Mas Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y continúa sanada de tu tormento.»
35 Mientras él aún estaba hablando, llegan de la casa del jefe de la sinagoga diciéndole: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué aún molestas al Maestro?». 36 Pero Jesús, que había oído este dicho, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas, tan solo continúa creyendo.» 37 No permitió que ni uno tan solo le siguiera de cerca, excepto Pedro, Santiago y Juan, su hermano. 38 Llegan a la comunidad del jefe de la sinagoga, e iba contemplando él el griterío de las plañideras y de la gente que prorrumpía en gritos sin parar. 39 Entró y se puso a decir-les: «¿Por qué hacéis tanta gritería y por qué lloráis? La niña no ha muerto, sino que duerme.» 40 Pero ellos se reían de él. Él expulsó a las multitudes fuera y se llevó entonces con él al padre y a la madre de la niña y a los que le acompañaban y se dirigió a donde se encontraba la niña. 41 Tomó entonces la mano de la niña y le dice: «Rabbi thabita kumi»[h] (que traducido significa: «Niña —a ti te lo digo—, levántate»). 42 Al instante se levantó la joven y se puso a caminar. Es que tenía doce años. Se quedaron todos fuera de sí, completamente alienados. 43 Les advirtió con insistencia que nadie se enterase y encargó que le dieran de comer.
La hija del jefe de la sinagoga y la hemorroísa representan respectivamente al judaísmo oficial y al creyente
La hija del jefe de la sinagoga y la hemorroísa representan respectivamente al judaísmo oficial y al creyente
Leemos hoy tres secuencias que forman un tríptico (A/B\A’): las dos laterales, relativas a la hija de un jefe de la sinagoga, sirven para enmarcar la central, la hemorroísa. En dos momentos (A/A’) Marcos describe la situación del judaísmo oficial en tiempos de Jesús: «la hija», «niña» (3x) y, finalmente, «la joven de doce años» representan al público de la sinagoga que se está muriendo per falta de alimento espiritual y finalmente se muere. Jesús va «a la comunidad del jefe de la sinagoga», que le había suplicado que fuera «a tocarla con sus manos», toma la mano de la niña muerta, saltándose también él la Ley de lo puro y lo impuro que impedía tocar a un muerto, y «al instante se alzó la joven y se puso a caminar». A fin de prevenir que no se volviera a morir de inanición, prescribe que «le den de comer», una lección que acaba de impartir también a los discípulos, representados por la terna Pedro, Santiago y Juan, y que nos la imparte de nuevo hoy el Resucitado.
La secuencia de la hemorroísa, que se encuentra en el centro, nos toca más personalmente. Por la manera que Jesús se dirige a ella al final: «Hija, tu fe te ha salvado» y como Marcos la ha introducido en escena, «cierta mujer que sufría flujos de sangre hacía doce años», representa una parte del judaísmo creyente en Jesús que, por el hecho de no observar la Ley, habían sido tildados de impuros. Había ido a buscar toda clase de médicos, jefes de sectas, que le habían prometido «el oro y el moro», pero que no le han hecho sino empeorar. Finalmente, ha resuelto volver a la comunidad de Jesús, pero sin dar la cara: «Se acerca por detrás y toca el manto de Jesús entre la multitud,diciéndose en su interior: “Si por ventura su manto llego a tocar, me curaré.”» La fuerza que emana de Jesús la ha sanado, pero Jesús no tolera que lo haya hecho a escondidas: «¿Quién ha tocado mis vestidos?». Ella «confiesa toda la verdad», pero Jesús, no se acaba de fiar de ello: «Vete en paz, y sigue curada de tu tormento.»
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] El texto usual lee diversamente: «Habiendo cruzado Jesús, con la barca, de nuevo a la otra orilla, se congregó…»
[b] El texto usual revela el nombre del jefe de la sinagoga: «de nombre Jairo»; otros manuscritos lo presentan como un nombre simulado: «que tenía por nombre Jairo». En la obra de Lucas sí que se presenta con este mote: «que tenía por nombre Jairo» (Lc 8,41).
[c] La mayoría de manuscritos leen: «a fin de que, una vez hayas llegado, le impongas las manos», evitando así que Jesús la toque con sus manos y él se quede impuro.
[d] El texto usual lo presenta de forma diferente: «(la mujer) se le acercó entre la multitud por detrás y tocó su manto».
[e] El texto usual lee de forma diversa: «si llegara a tocar sus vestidos».
[f] El orden de las palabras del texto usual es diferente: «Jesús, habiendo percibido la fuerza que había salido de él y…»
[g] El texto usual omite este detalle.
[h] El texto usual lee diversamente: «Talitha kum.»



