
(036 433 746) Mc 6,30-34 Códice Beza
6,30 Los apóstoles se iban congregando entorno a Jesús; y le referirán lo que habían hecho y lo que habían enseñado. 31 Entonces Jesús les dijo: «¡Venid, vayamos a un lugar desierto,[a] y reposaos un poco!». Es que eran muchos los que llegaban y los que se iban, y ni tan solo para comer tenían tiempo.
32 Habiendo subido a la barca, partieron hacia a un lugar desierto, ellos solos. 33 Los vieron cómo se iban y muchos de ellos los reconocieron. A pie, de todas las ciudades concurrieron allí y convergieron en aquel paraje.
34 Al salir y ver Jesús[b] una multitud numerosa, se compadeció de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor,[c] y se puso a instruirlos largamente.
Vayamos a un lugar desierto, y reposaos un poco
Jesús había enviado a los Doce a la misión de Israel, pero ellos habían ido más allá de lo que les había ordenado (Mc 6,7-13). No sabemos exactamente qué hicieron ni qué enseñaron, pero la reacción de Jesús cuando vuelve y se lo refieren deja entender que no está de acuerdo: «¡Venid, vayamos a un lugar desierto, y reposaos un poco!». El texto usual lo ha entendido como una invitación a encontrarse con Jesús ellos solos: «Venid vosotros solos a un lugar desierto», mientras que el Códice Beza, avalado per todas las antiguas versiones latinas y siríacas, lo presenta como un desafío de Jesús para que se distancien de las multitudes fanatizadas por ellos mismos. Marcos lo resume en un inciso parentético: «Es que eran muchos los que llegaban y los que se iban, y ni tan solo para comer tenían tiempo.» «Comer» es sinónimo de enseñanza. Estaban tan exaltados por el éxito que habían tenido con las masas que eran del todo incapaces de escucharlo. Jesús quiere que primero se serenen. Su plan era instruirlos más a fondo, pero antes les tenía que alejar de las multitudes que ellos mismos habían incitado a la rebelión contra los romanos, hasta el punto de que eso había llegado a oídos de Herodes (6,14). De mala gana, suben a «la barca», que representa a toda la comunidad de discípulos, y «partieron hacia un lugar desierto, ellos solos». No le servirá de nada la estratagema: «A pie, de todas las ciudades concurrieron allí y convergieron en aquel paraje.» La multitud es cada vez más numerosa. Jesús, al advertirlo, «se compadeció de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor». Los misioneros, «apóstoles» en griego, en lugar de comportarse comunitariamente entre la gente, liberándolos de las falsas ideologías y curando sus heridas (3,15; 6,7), se han aprovechado de las ovejas como «los pastores de Israel que se pastorean a sí mismos». Os invito a leer Ezequiel 34. Contra todo tipo de fanatismos, el mejor antídoto es la enseñanza impartida lejos de la vorágine de las masas.
Comentario bíblico:
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[a] El texto usual lo devalúa como si fuera una invitación a encontrarse con Jesús ellos solos: «Venid vosotros solos en un lugar desierto/despoblado.»
[b] El texto usual menciona tan solo al principio el nombre de «Jesús». El Códice Beza lo explicita tres veces, a fin de establecer un contraste entre la enseñanza de los apóstoles en olor de multitudes y la manera como Jesús percibe la situación: primero les deja hablar sobre todo lo que han hecho y enseñado; seguidamente reacciona sacándolos de aquel ambiente enrarecido que ellos mismos habían creado y se los lleva «a un lugar desierto» de todo tipo de fanatismo religioso y político —recordemos que el Lugar por excelencia para los judíos era el Templo— e intenta sosegarlos; de inmediato, al darse cuenta que el fanatismo de aquella «multitud numerosa» iba creciendo, se compadece de ellos por la falta de buenos pastores «y se pone a instruirlos largamente».
[c] Una expresión que tristemente se repite con frecuencia en Israel hablando de sus pastores: Nm 27,17; 1Re 22,17; 2Cr 18,16.



