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Mc 13,32-37

(712 556) Mc 13,32-37 Códice Beza

13,32  Por lo que se refiere al día aquel y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino tan solo el Padre. 33 Poned atención, pues, estad alerta, porque no sabéis cuando será el momento.[a] 34 Como un hombre que, teniéndose que ausentar, dejó su casa, dio atribuciones a sus criados —a cada uno su tarea— y al portero[b] le ordenó que velase. 35 Velad, pues, porque no sabéis cuando viene el Señor de la casa,[c] si al atardecer o a media noche o al canto del gallo o por la mañana, 36 no fuera que, habiendo partido de improviso, os encontrara durmiendo. I yo os lo reitero:[d] «¡Velad!».

Velad, pues, porque no sabéis cuando vendrá el Hijo del Hombre

Iniciamos el Año litúrgico con un tema que ya nos es familiar. El pasaje que leemos hoy tiene una breve referencia a la ausencia del Hijo del hombre: «Como un hombre que, teniéndose que ausentar, dejó su casa», una referencia velada a la muerte de Jesús. Pero, antes de marchar, quiere poner la casa en orden. Mateo se servirá de ello y le dará forma en la parábola de los talentos (Mt 25,14-30); Lucas se inspirará en ella ampliándola con el tema del pretendiente a la realeza, la parábola de las diez minas (Lc 19,11-27). «La casa» representa la comunidad: «El Señor de la casa» se ha de ausentar por un tiempo de la comunidad creyente. Para que la comunidad funcione, cada uno de los «criados», los miembros de la comunidad, debe desempeñar su propio rol en beneficio de los demás: «da atribuciones a sus criados —a cada uno su tarea». Mateo hablará de «talentos», no de «tareas», y distribuirá los bienes «a cada uno según su capacidad». Marcos es muy pragmático. El único rol que destaca en la comunidad es el del portero: «y ordenó al portero que velase». La figura del portero es la del que tiene cuidado de discernir si los que quieren entrar a formar parte de la comunidad reúnen las condiciones requeridas. Todos los miembros deben «poner atención y estar alerta», en una palabra, deben «velar» todos: «Velad, pues, porque no sabéis cuando viene el Señor de la casa, si al atardecer o a media noche o al canto del gallo o a la mañana no fuera que, habiendo partido de improviso, os encontrase durmiendo.» Son las cuatro vigilias en que dividían la noche, de tres horas cada una. El día comenzaba al atardecer; tarde y mañana designan un día completo: «Hubo una tarde y una mañana, y fue el primer día» (Gn 1,5). El texto usual habla de «venir de improviso», cosa que parecería más lógica. Marcos no tiene nuestra lógica: «partir/salir» es una marca de éxodo. Jesús, que también él «se había ausentado», ahora ha «partido de improviso» de aquel lugar lejano, para comprobar si sus discípulos han estado velando: «I yo os lo reitero: “¡Velad!”».

Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista


[a] Hasta aquí el contexto anterior de la mini-parábola que leeremos hoy a continuación. Estando Jesús sentado como un maestro en el monte de los Olivos enfrente del Templo, cuatro de sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan, por un lado, y Andrés, por el otro, le han formulado dos preguntas: «¿Cuándo sucederá eso?» y «¿Cuál será la señal de que todas estas cosas están a punto de cumplirse?» (13,3-4). Teniendo en cuenta la estructura quiástica que Marcos emplea con frecuencia, los tres primeros le habrían hecho la segunda pregunta y Jesús la habría respondido extensamente en primer lugar, no sin advertirles previamente: «¡Estad alerta que no os engañe nadie! Vendrán muchos, en efecto, en mi nombre diciendo: “Yo Soy” y engañarán sobremanera (πολλοῦ Beza | πολλούς Vaticano y resto de mss.)» (13,5-6), mientras que el cuarto, Andrés, le habría hecho la primera pregunta, y él no la responderá hasta el final. Andrés preguntaba: «¿Cuándo sucederá eso?», en referencia a la destrucción del Templo (13,2). La respuesta de Jesús es lacónica, casi una evasiva: «Por lo que se refiere al día aquel y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo ni el Hijo, sino tan solo el Padre.»

[b] Juan insistirá en el papel del portero/la portera: Jn 10,3 (el portero del atrio de las ovejas del Templo); 18,16.17 (la portera del atrio del sumo sacerdote). Lucas hablará de ello haciendo un circunloquio: «Acudió una criada de nombre Rosa a responder» cuando Pedro llamaba a la puerta (Hch 12,12-16).

[c] Marcos distingue claramente entre la casa que el «hombre» dejó a sus criados cuando se ausentó de «su casa» y la que habitará de nuevo «el Señor de la casa» cuando vendrà de improviso a encontrar a sus discípulos.

[d] La lección del Códice Beza es muy sucinta; el texto usual, en cambio, va más allá: «Pero lo que digo a vosotros, a todos lo digo: “¡Velad!”». La única cosa que deben hacer es velar. Según Beza, Jesús asume personalmente el contenido de la advertencia y se lo repite: «I yo os lo reitero: “¡Velad!”».

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