
(667 511) Jn 1,29-34 Códice Beza
1,29Al día siguiente ve a Jesús que viene hacia él y dice: «He aquí al Cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo. 30Éste es a favor de quien dije yo: “Detrás de mí viene un hombre que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.” 31 Y yo no le conocía, ahora bien, a fin de que se manifestase a Israel, por eso he venido yo a bautizar en agua.» 32 Y da testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu como una paloma que bajaba desde el cielo y se quedaba sobre él. 33Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, él me dijo: “Aquel sobre el cual veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, éste es el que bautiza en Espíritu Santo.” 34 Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido[1] de Dios.»
He contemplado al Espíritu como una paloma que bajaba desde el cielo y se quedaba sobre él
El domingo pasado hablábamos del Bautismo del Señor según el relato de Mt 3,13-17, a quien seguiremos de cerca este año durante el Ciclo A. Hoy se nos da una nueva oportunidad de hablar sobre ello, pero dejaremos que lo haga un testigo muy cualificado de este acontecimiento, Juan Bautista. En el marco de un segundo día simbólico, «al día siguiente», Juan ha discernido claramente, entre los miles y miles que llegaban para hacerse bautizar por él, y «ve a Jesús que viene hacia él». Por primera vez entra en escena Jesús usando el mismo nombre (en griego) que Josué, mencionado por primera vez en el Pentateuco (Ex 17,9.10.13.14) en la batalla de Moisés contra Amalec, el Enemigo por antonomasia de Israel. Pero el papel que Jesús asumirá no será el del su homónimo, que atravesó el Jordán y conquistó la tierra prometida, sino al contrario. En efecto, una vez que se hubo bautizado, «salió inmediatamente del agua», impelido por la fuerza del Espíritu que lo situaba en pleno desierto. El Bautista ha intuido que era «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», del «mundo» que «no le conoció» cuando la Luz verdadera estaba llegando al mundo (Jn 1,9). Es el mundo regido por los poderosos de la tierra. No se trata de un pecado personal, sino institucional. El Bautista ha discernido que un exdiscípulo suyo («detrás de mi viene un hombre») ha pasado delante de él, «porque existía antes que yo». Y da testimonio: «He contemplado al Espíritu como una paloma que bajaba desde el cielo y se quedaba sobre él.» Hasta aquel momento no sabía quién sería el Mesías, pero había recibido un mensaje del cielo que le decía: «Aquel sobre el cual veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, éste es el que bautiza en Espíritu Santo.» Y de inmediato certifica: «Y yo lo he visto y doy testimonio que éste es el Elegido de Dios.» Por primera vez en la historia de la humanidad, el Espíritu de Dios ha podido reposar en un hombre de carne y hueso como nosotros y ha podido «quedarse sobre él».
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] A pesar de que no tenemos en el Códice Beza el primer cuaternión del códice (8 folios), hemos intentado suplirlo siguiendo las variantes que presenta el Códice Sinaítico, muy semejante al Beza en los 9 primeros capítulos. El texto usual lee aquí «el Hijo de Dios» mientras que el Códice Sinaítico, avalado por las antiguas traducciones latinas, siríacas y coptas, lee «el Elegido de Dios». Juan Bautista cualifica así a Jesús como «el Elegido de Dios» para llevar a cabo la función de Mesías de Israel que tanto esperaba el pueblo elegido.





