
(690 534) Mt 10,37-42 Códice Beza
«10,37 «Quien quiere a padre o madre más que a mí, no es digno de mí.[1] 38 Y el que no toma su cruz y sigue detrás de mí, no es digno de mí. 39Quien haya encontrado su vida, la perderá; pero quien haya perdido su vida por mi causa, la encontrará. 40Quien os acoge, a mí me acoge, y quien a mí acoge, acoge al que me ha enviado. 41Quien acoge a un profeta por ser un profeta, recompensa de profeta recibirá[2] 42 y quien dé de beber a uno de estos los más pequeños[3] un vaso de agua fresca por ser un discípulo, en verdad os digo: no perderá nunca su recompensa.»
Quien dé de beber a uno de estos los más pequeños, no perderá nunca su recompensa
Continuamos la instrucción que Jesús dirige a los Doce antes de enviarlos en misión a Israel. La primera disposición es muy exigente: «Quien quiere a padre o madre más que a mí, no es digno de mí.» La fidelidad de sus amigos debe estar por encima de la familia patriarcal o matriarcal. La segunda aún es más rigurosa: «Quien no toma su cruz y sigue detrás de mí, no es digno de mí.» Más adelante, cuando les hable de su muerte inminente, será aún más categórico: «Si alguno quiere venir detrás de mí, que reniegue de sí mismo, tome su cruz y me siga» (Mt 16,24). En la tercera disposición: «Quien haya encontrado su vida, la perderá; pero quien haya perdido su vida por causa mía, la encontrará», el verbo «encontrar» se ha de entender, la primera vez, con el matiz de «ganar, obtener, procurarse», orientando su vida hacia la ganancia y el éxito personal (ver también 16,25). La cuarta hace referencia al tema de la acogida: «Quien os acoge, a mí me acoge, y quien a mí acoge, acoge al que me ha enviado», anticipando dos veces el pronombre «a mí», poniendo el énfasis así en la acogida de su persona, y lo hace extensivo al Padre que lo ha enviado. Seguidamente extiende el tema de la acogida a los miembros más débiles de la comunidad, a los profetas, probablemente itinerantes: «Quien acoge a un profeta por ser un profeta, recompensa de profeta recibirá», y sobre todo a los discípulos más pequeños, por haber renunciado a todo tipo de poder, que forman parte de la comunidad poniéndose al servicio de los demás: «Quien dé de beber a uno de estos los más pequeños un vaso de agua fresca por ser un discípulo, en verdad os digo: no se perderá nunca su recompensa.» El Códice Beza, lo enfatiza con el uso del superlativo, «estos los más pequeños». Jesús muestra una predilección especial por «los más pequeños». Más adelante, cuando los Doce discutirán entre ellos sobre quién es el más importante, les pondrá como modelo «los pequeños criados» y les advertirá severamente sobre el peligro de escandalizarlos (18,1-10).
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] La mayoría de manuscritos, salvo los códices Beza y Vaticano, añaden «y quien quiere a hijo o hija más que a mí, no es digno de mi», a fin de completar el paralelismo de los miembros que configuran la familia y, a la vez, constituir una tríada con el dicho que viene a continuación (triple repetición de «no es digno de mi»).
[2] El Códice Vaticano y la mayoría de manuscritos añaden: «y quien acoge a un justo por ser un hombre justo, recompensa de justo recibirá», consiguiendo formar así una segunda tríada (repetición de la construcción «por ser uno…» y de la mención de la «recompensa»).
[3] La frase «uno de estos los más pequeños» realza al máximo, con el superlativo, los miembros más insignificantes de la comunidad que Jesús, adrede, propone a los Doce líderes del grupo como modelo. El texto usual minimiza la insignificancia, «uno de estos pequeños» al reducirlos a bebés o niños pequeños.





