
(691 535) Mt 11,25-30 Códice Beza
11,25En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Te enaltezco, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios e inteligentes, y las has revelado a los sencillos. 26 Sí, Padre, porque así ha sido objeto de beneplácito[1] en tu presencia. 27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y ninguno conoce bien al Hijo sino el Padre ni al Padre ninguno le conoce bien sino el Hijo y a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que os sentís cansados y que estáis sobrecargados,[2] y yo os daré reposo. 29Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis reposo para vuestras almas: 30 porque mi yugo es suave y mi carga, ligera.»
Venid a mi todos los que os sentís cansados y que estáis sobrecargados, y yo os daré reposo
Encontrándose Juan Bautista en la prisión de Herodes, al oír hablar de las obras realizadas por Jesús, le ha enviado unos mensajeros preguntándole: «¿Eres tú el que ha de obrar el cambio o hemos de esperar a otro?». Jesús responde no con palabras sino enumerándole las obras liberadoras que acaba de obrar en presencia de ellos. A pesar de las dudas que Juan abrigaba, el elogio que hace de él es contundente: «No se ha alzado entre los nacidos de las mujeres ninguno más grande que Juan, el Bautista» (11,11), así como, al contrario, la denuncia de la generación presente. Hoy leemos, a manera de colofón, la reacción anímica de Jesús en forma de reconocimiento a su Padre: «Te enaltezco, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios e inteligentes, y las has revelado a los sencillos.» Jesús invierte la valoración que hace de las personas la sociedad dominada por los poderosos y pone en primer plano a «los sencillos». No se puede traducir por niños, ya que son personas capacitadas para ser objeto de una revelación, revelación que permanece escondida a los prepotentes. Seguidamente, lo recalca: «Sí, Padre, porque así ha sido objeto de beneplácito en tu presencia.» La inversión de los valores que él propugna ha sido objeto de aprobación por parte de Dios. En dos líneas llenas de contenido revela la íntima relación que se ha establecido entre él, «el Hijo», y Dios, «el Padre», hasta el punto de que, a partir de ahora, tan solo tenemos acceso al Padre por medio de la revelación que nos hace su Hijo. A partir de él, todos los intermediarios, la Ley, Moisés, Juan… sobran. A continuación exclama con una llamada dirigida a los despreciados por la sociedad: «Venid a mi todos los que os sentís cansados y que estáis sobrecargados, y yo os daré reposo. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis reposo para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera.» La llamada se deja sentir también hoy en el seno de todas las iglesias.
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] Con un ligero cambio de orden, el texto usual pone el acento en la «complacencia», mientras que el Códice Beza, con muchos otros manuscritos, pone de relieve el momento en que la inversión de valores que Jesús propugna «ha sido objeto del beneplácito» de Dios.
[2] Con el perfecto perifrástico, el Códice Beza resalta el estado de sobrecarga que pesa sobre los pequeños y sencillos, abrumados por tantas leyes y preceptos emitidos por los poderosos. Notad el contraste entre la construcción perifrástica, «estáis sobrecargados» por la enseñanza legalista del judaísmo contemporáneo y las observancias farisaicas que les recargan aún más y «la carga ligera» que, juntamente con «el yugo suave», describen la enseñanza liberadora de Jesús.





