
(693 537) Mt 13,24-43 Códice Beza
13,24 Jesús les propone otra parábola diciendo: «El Reino de los cielos se asemeja a un hombre que siembra buena semilla en su propio campo. 25Mientras dormían los hombres, llegó su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue. 26Cuando brotó la hierba y produjo fruto, entonces apareció la cizaña. 27Los sirvientes del amo de casa lo fueron a buscar y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es, pues, que hay cizaña?”. 28Él les dijo: “Un hombre enemigo lo ha hecho.” Le dicen los sirvientes: “¿Quieres que vayamos a recogerla?”. 29Les dice: No, no sea que, al recogerla, arranquéis también juntamente el trigo con la cizaña. 30Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y en el tiempo de la siega, diré a los segadores: “Recoged primero la cizaña y quemadla; el trigo, en cambio, recogedlo en mi granero.”»
31Les propuso aún otra parábola diciendo: «El Reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza que un hombre cogió y sembró en su campo. 32Esta es ciertamente la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es más grande que las hortalizas y llega a ser un árbol, hasta al punto que llegan los pájaros del cielo y hacen nido en sus ramas.»
33Otra parábola[1]: «El Reino de los cielos se asemeja a un fermento que una mujer tomó y ocultó en tres medidas de harina, hasta que todo haya fermentado.»
34De todo eso Jesús habló en parábolas a las multitudes, y sin parábolas no les hablaba, 35 para que se cumpliera el oráculo del profeta: «Abriré en parábolas mi boca, proclamaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.[2]»
36Entonces dejó a las multitudes y se fue a su comunidad; se le acercaron los discípulos diciéndole: «Explícanos[3] la parábola de la cizaña del campo.» 37 Él respondió diciendo: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son estos, los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; 39 el enemigo que la ha sembrado es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles. 40De la misma manera, pues, que recogen la cizaña y la queman en el fuego, así será al fin del mundo. 41El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y recogerán de su Reino todos los escándalos y a los autores de la iniquidad 42 y los lanzan a la fragua de fuego; allí habrá llanto y rechinar de dientes. 43Entonces los justos brillarán[4] como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos para escuchar, que escuche.»
Hablando a base de semejanzas, Jesús va más a fondo que nuestro lenguaje racional
A continuación de la parábola propedéutica de los seis terrenos, tres negativos y tres positivos, Mateo presenta toda una serie de semejanzas destinadas a las multitudes donde Jesús les propone los trazos más característicos del Reino de Dios. El próximo domingo leeremos otras tres. Mateo abre esta primera serie con la semejanza de la cizaña y la cierra con su explicación a sus discípulos en el seno de la comunidad. Parábola de la cizaña y explicación enmarcan las dos breves semejanzas que es encuentran en el centro, una en masculino, la del grano de mostaza que un hombre sembró en su campo, y otra en femenino, la de la levadura que una mujer ocultó dentro de tres medidas de harina hasta que todo ha fermentado. Con Marcos tiene en común tan solo la semejanza de la mostaza; la de la levadura es de cosecha propia, a fin de situar como parábolas centrales las que resulten del trabajo del hombre en el campo y de la mujer en la casa. La primera acentúa la pequeñez y sitúa el Reino de Dios en el ámbito familiar, cuando la mayoría de sus oyentes y de los dirigentes judíos hablaba del reino davídico que sería inexpugnable. El esplendor de nuestras construcciones religiosas, las basílicas imperiales, no se avienen con las hortalizas de mi huerto. La segunda pone a la mujer en el mismo nivel que al hombre en la construcción del Reino. En las ramas del árbol que surgirá del grano de mostaza harán nido las personas libres. De la levadura que la mujer ha escondido dentro de tres medidas (tridimensionalidad) surgirán las personas que conscientemente han activado este fermento y han ofrecido pan a todos los hambrientos de la tierra. Jesús se sirve de las semejanzas para «proclamar lo que estaba escondido desde la creación del mundo», una variante atestiguada por el Códice Beza y por muchísimos manuscritos y versiones antiguas, que nos hace aterrizar en nuestro planeta azul tan maltratado por las ambiciones de los poderosos de la tierra y que Jesús, sirviéndose de semejanzas, intenta también hoy que recuperemos en su sentido original.
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] El Códice Vaticano y la mayoría de manuscritos añaden: «les habló»; omiten D y algunas antiguas versiones latinas y siríacas.
[2] La edición crítica de Nestle-Aland, que se ha impuesto entre los biblistas, pone entre corchetes [kósmou, «del mundo»], por considerar que, a pesar de su buena atestación manuscrita, se debería considerar pleonástica. Sin embargo, no es lo mismo hablar de lo que «estaba oculto desde la creación», en general, que «desde la creación del mundo», de nuestro mundo, donde Dios ha mantenido oculto todo eso hasta la venida de Jesús.
[3] La parte más antigua de la tradición manuscrita, conservada por el Códice Beza y la gran mayoría de manuscritos mayúsculos y minúsculos, avalada por las antiguas traducciones latinas, presentan el imperativo del verbo phrazein, «explícanos», mientras que los códices Vaticano y Sinaítico y algunos otros, junto con la traducción tardía de la Vulgata, prefieren el imperativo del verbo diasaphein, «muéstranos claramente».
[4] La tendencia que hemos observado en la nota anterior, el paso de la forma verbal simple, phrazein, a la compuesta, dia-saphein, se da aquí nuevamente con la preferencia de casi todos los manuscritos por la forma compuesta, ek-lampein, en vez de la simple, lampein, que conserva el Códice Beza. Las formas simples son más cercanas a la manera sencilla como solía expresarse Jesús.





