
(698 542) Mt 16,13-20 Códice Beza
16,13Al llegar Jesús al término de Cesarea de Filipo, iba preguntando a los discípulos diciendo: «¿Quién dicen los hombres que soy yo, el Hijo del hombre?». 14Ellos respondieron: «Juan el Bautista»; otros: «Elías»; otros, en cambio: «Jeremías» o «Uno de los profetas.» 15 Les dice: «Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 16En respuesta Simón Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios[1] que libera.» 17 Replicó Jesús diciendo: «Dichoso eres Simón, hijo de Juan, porque ni carne ni sangre te lo han revelado, sino mi Padre que está en los cielos. 18Yo, por mi parte, te digo: “Tú eres Piedra,[2] y sobre esta Roca[3] edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades[4] no prevalecerán contra ella. 19 A ti te daré las llaves del Reino de los cielos: lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos.”» 20 Entonces conjuró a los discípulos que no dijesen a nadie: «¡Este es el Mesías, Jesús!».[5]
Tu eres piedra (petros) y sobre esta roca (petra) edificaré mi iglesia
Jesús había mantenido en Magdala (Magadan) un durísimo debate con los fariseos y saduceos que le exigían una señal del cielo que avalase su pretensión de enviado de Dios. Entonces se llevó a sus discípulos en la barca a la otra orilla del mar de Galilea y, a pie, les hizo llegar hasta Panias, rebautizada por el tetrarca Filipo con su propio nombre, Cesarea de Filipo. ¿Por qué razón les ha hecho hacer esta larguísima caminata (unos 50 km. en línea recta hacia el norte)? En Panias estaba el santuario del dios Pan y una infinidad de nichos excavados en la gran mole rocosa que la preside. Cuando Anna y yo fuimos allí en un coche privado, pudimos distinguir todavía muchos nichos, así como la gran caverna llamada ‘Puerta del Hades’. Jesús plantea a sus discípulos la pregunta crucial: «¿Quién dicen los hombres que soy yo, el Hijo del hombre?». Hay respuestas para todos los gustos: que si Juan Bautista, Elías, Jeremías o uno de los profetas. Pero él quiere que sean ellos quienes se pronuncien: «Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro, el más atrevido, responde como líder del grupo: «Tu eres el Mesías, el Hijo del Dios que libera.» En principio, la respuesta es muy correcta. De aquí el gran elogio que hace Jesús de su confesión. Pero de inmediato, haciendo un juego de palabras en griego con su nombre, «Simón», y el seudónimo que él mismo le impuso, «Cefas/Petros», en español «Pedro», fijando la mirada en la enorme mole rocosa del paganismo que tenían frente a frente, les revela que ésta será en el futuro la base de su Iglesia: «Tu eres Piedra (petros), y sobre esta Roca (petra) edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.» Esta es la única explicación que da razón de este larguísimo viaje hacia el norte pagano, del juego de palabras Piedra-Roca y de la presencia de las Puertas del Hades. La explicación que os he dado, si bien no es la usual, es la que mejor explica esta ida y vuelta a Cesarea de Filipo, sin entrar en contacto en ningún momento con la gente del país ni realizar allí ninguna señal, como le pedían.
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] Mesías e Hijo de Dios aparecen juntos aquí y en 26,63, en boca del sumo sacerdote: «Te conjuro por el Dios que vive que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.» Mateo pone en labios de uno y otro la misma expresión (empleando dos verbos equivalentes) en un tono positivo y no belicoso, que Jesús acepta.
[2] El término griego petros o su correspondiente arameo Kefa (‘piedra’) no se utilizaba como un nombre propio de persona. Jesús fue quien le dio ese apodo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefas —que quiere decir ‘Piedra’» (Jn 1,42). Mateo hará el juego de palabras petros (masc.) / ’piedra’ y petra (fem.)/ ’roca’, un juego de palabras que tan solo es posible en griego, mostrando así que Jesús quiere edificar en el futuro su Iglesia sobre la «roca», la enorme mole de Panias que todos ellos tienen delante, que simboliza el paganismo, una vez liberada de los condicionamientos religiosos del judaísmo.
[3] La preposición griega epi, ‘sobre/encima’, se puede construir, entre otras, en dativo o en acusativo. Todos los manuscritos retienen la construcción en dat., que le confiere sentido local; el Códice Beza, en cambio, conserva la construcción en ac., que le da sentido metafórico.
[4] Precisamente en Cesarea de Filipo hay todavía restos del Templo del dios pagano Pan: se conservan las hornacinas de dioses paganos excavadas en la roca; en la base de la montaña aparece la gran gruta de «las Puertas del Hades» que no prevalecerán contra las puertas del cielo cuyas «llaves» Jesús ha confiado a Pedro.
[5] La mayoría de manuscritos lo presentan en discurso indirecto: «que no dijeran a nadie que él, Jesús, es el Mesías»; el Códice Beza lo pone en discurso directo, en forma de grito ensordecedor.





