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Mt 17,1-9

Autor: z-s-nqVDLh2WLus-unsplash

(695 539) Mt 17,1-9 Códice Beza

17,1Y sucedió que, al cabo de seis días, Jesús toma con él a Pedro, Santiago y Juan, su hermano, y los hace subir a un monte altísimo.[1] 2 Transfigurado Jesús en presencia de ellos, su rostro resplandeció como el sol, mientras que sus vestidos se volvieron blancos como nieve. 3Y he aquí que se les apareció Moisés y Elías en compañía suya conversando. 4 Pedro tomando la palabra, dijo a Jesús: «Señor, es bueno que nosotros estemos aquí. Si quieres, haremos[2] aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y para Elías una tercera5 To­davía estaba él hablando, cuando una nube luminosa los iba cubriendo con su sombra. Y he aquí una voz que decía desde la nube: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido; escuchadlo.» 6 Los discípulos, al oírlo, cayeron de bruces y se amedrentaron muchísimo. 7 Jesús se acercó, los tocó y dijo: «Levantaos y dejad de tener miedo.» 8 Al levantar los ojos, no vieron a nadie, sino tan solo a Jesús.[3] 9 Mientras bajaban del monte, Jesús les dio esta orden: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»

El monte altísimo de la transfiguración  es el mismo monte de las tentaciones

En la tercera de les tres tentaciones encontramos la misma construcción que aquí, pero con los actores cambiados, y la misma ubicación: «El diablo lleva con él a Jesús a un monte altísimo y le muestra todos los reinos del mundo» (4,8); hoy «Jesús lleva con él a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los hace subir a un monte altísimo». Las variantes del Códice Beza son múltiples, señaladas en cursiva. Beza identifica ambas montañas extraordinariamente altas, no así el texto usual. Jesús fuerza a subirla a los tres discípulos que constituyen la troica del poder, individualizando con el artículo determinado a cada uno de ellos, siempre según Beza. Jesús se ha transfigurado para poder conversar con Moisés y Elías, personajes que pertenecen a la esfera divina, a los cuales los discípulos habían aludido para llevar la contraria a Jesús, los vestidos del cual «se volvieron blancos como nieve», y no «como la luz». Se les aparecieron entonces «Moisés y Elías en compañía suya conversando». Pedro, el líder indiscutible, toma la palabra: «Si quieres, haremos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y para Elías una tercera.» Obviamente, a pesar de transigir en incor­porar a Jesús en la terna, ha colocado en el centro a Moisés, la Ley. La «nube luminosa», indicativa de la presencia divina, no deja que Pedro acabe de formularlo: «Aun estaba hablando, cuando una nube luminosa les iba cubriendo con su sombra.» Sin la «cobertura» de la nube, no habrían podido escuchar la voz que les aclarará a quién deben escuchar: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido; escuchadlo.» A partir de ahora no deben escuchar a Moisés ni a Elías, sino a Jesús. Él es el único intérprete válido de la voz de Dios. Han hecho una experiencia puntual que tan solo mucho más tarde podrán asimilar. De momento están llenos de miedo: «Levantaos y dejad de tener miedo.» Al levantar los ojos, no vieron a nadie, sino tan solo a Jesús: Moisés y Elías han desaparecido de su campo de «visión».

Josep Rius-Camps
​Teólogo y biblista


[1] Dos variantes textuales nos ayudan a recuperar el sentido primigenio de la escena. En lugar de la expresión del texto usual, «se los lleva a parte», el Códice Beza precisa que «los hace subir», venciendo una cierta resistencia por parte de ellos, y, en segundo lugar, califica el monte con el adverbio lian, «muy alto, extremadamente alto, altísimo», un adverbio que hemos encontrado en el monte altísimo de la tercera tentación del diablo (Mt 4,8) y que por sí solo relaciona íntimamente ambas escenas, como era sólito en la manera que tenían los judíos de expresar relaciones, en una época en que la escritura era continua, sin separación de palabras y sin tipo alguno de puntuación.

[2] En lugar del singular «haré» del texto usual, por otro lado, lógico en boca de Pedro, el Códice Beza conserva el plural «haremos», denotando así que habla en nombre del colectivo que él representa.

[3] Un ligero cambio de orden en las palabras sirve para cambiar el sentido de la frase: según el Códice Beza, «no vieron a nadie, sino tan solo a Jesús», dando a entender que Moisés y Elías habían desaparecido de su campo de «visión»; según el texto usual, «no vieron a nadie más que a Jesús, él solo», se remarca su soledad.

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