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Mt 18,1-20

Foto: karl-magnuson-MvxMvPO3S1M-unsplash

(700 544) Mt 18,15-20 Códice Beza

18,15 «Si tu hermano tiene una ofensa contra ti, ve y repréndelo estando solo con él; si te escucha, te habrás ganado a tu hermano. 16Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o dos más, porque toda situación se ha de resolver por la declaración de dos o tres. 17Si tampoco les hace caso, dilo a la comunidad. Y si ni tan solo hace caso a la comunidad, considéralo como un pagano o como el recaudador de tributos. 18En verdad os digo: lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. 19Nuevamente os digo: si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cuestión que quieran pedir, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. 20En efecto, no hay dos o tres que estén reunidos en mi nombre, entre los que no esté yo en medio de ellos.»

Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, estoy yo en medio de ellos

Siempre que dos o tres estén reunidos en su nombre, Jesús se hace presente, también hoy capeando la pandemia. Las recomendaciones que Jesús hace a sus discípulos no se mueven en el ámbito jurisdiccional, hasta llegar incluso al Santo Oficio. Jesús se mueve en el ámbito de la persona y de las relaciones con la comunidad creyente con la que está relacionada. Mateo propone la regla de oro de la corrección fraterna, considerando todos los casos que se pueden dar entre los hermanos que forman parte de la comunidad. Si hay una ofensa grave que afecta a uno de los miembros, propone como base la corrección fraterna: habla de tú a tú con el hermano que te haya ofendido. Si no te hace ningún caso, que lleve con él uno o dos más como testigos, a fin de que «toda la cuestión quede resuelta por la declaración de dos o tres testigos», como dice el Deuteronomio(Dt 19,15). Si no hace ningún caso, propón que se hable en el seno de la comunidad reunida. Ahora bien, si hace caso omiso también de la comunidad reunida, la ekklesia, ya que ha roto el ligamen que le unía con los otros miembros, se han de comportar con él, no como si fuera un hermano, sino como si fuera un pagano o un recaudador de tributos, que casi casi sería lo mismo. Notemos que la potestad que leíamos hace dos domingos que Jesús atribuía a Simón Pedro, ahora la aplica a toda la comunidad de discípulos. Jesús no quiere entrar nunca en el marco jurídico. Del perdón de las ofensas Mateo-Beza pasa a hablar de la manera de orar, subrayando al máximo la fuerza de la comunidad reunida en oración: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cuestión que quieran pedir, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.» Y Jesús lo corrobora con su presencia: «En efecto, no hay dos o tres que estén reunidos en mi nombre, entre los que no esté yo en medio de ellos.» El texto usual lo interpreta como si se hablara de su presencia física; el Códice Beza lo entiende de la presencia real de Jesús, no necesariamente física, entre los que invocan su nombre.

Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista

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