
(710 554) Mt 25,14-30 Códice Beza
25,14Como un hombre[1] que, habiéndose de ausentar, llamó a sus propios siervos y les confió sus bienes. 15A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; a otro, uno[2] —a cada uno según su capacidad—, y se ausentó inmediatamente. 16Se fue asimismo el que había recibido cinco talentos, se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco talentos. 17Igualmente también el que había recibido dos talentos; también este ganó otros dos. 18Pero el que había recibido uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió la plata de su señor. 19Al cabo de mucho tiempo, llega el señor de aquellos siervos y pasa cuentas con ellos. 20 Acercándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco talentos diciendo: «Señor, cinco talentos me confiaste, mira otros cinco talentos he lucrado.» 21 Su señor le dijo: «¡Muy bien, siervo bueno y fiel!; como en pocas cosas has sido fiel, sobre muchas cosas te estableceré: entra en el gozo de tu señor.» 22 Acercándose, sin embargo, también el que había recibido dos talentos dijo: «Señor, dos talentos me confiaste, he aquí que otros dos talentos he lucrado.» 23 Su señor le dijo: «¡Muy bien, siervo bueno y fiel!; como en pocas cosas has sido fiel, sobre muchas cosas te constituiré: entra en el gozo de tu señor.» 24 Acercándose el que un talento había recibido dijo: «Señor, sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no has sembrado y congregas donde no has esparcido. 25Tuve miedo, me fui y escondí tu talento en la tierra: aquí tienes lo que es tuyo.» 26 En respuesta le dijo su señor: «¡Siervo malo y gandul! Sabías que siego donde no había sembrado y congrego donde no había esparcido; 27 era preciso, pues, que tú hubieses entregado mi plata a los banqueros, y yo al llegar habría recuperado lo que es mío con los intereses. 28Tomadle, pues, el talento y dadlo al que ha producido los cinco[3] talentos.» 29 Porque a quien produce,[4] se le dará y le sobrará; pero a quien no produce, incluso lo que tiene le será quitado. 30Y a este siervo inútil lanzadlo fuera a la tiniebla exterior; allí habrá llanto y crujir de dientes.
Dios concede los talentos según la capacidad que tiene cada uno para hacerlos fructificar
Mateo religa la parábola de los talentos a la anterior de las diez chicas, que concluía con una nueva invitación a los discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13). El Códice Beza inicia con un asíndeton la nueva parábola: «Como un hombre que, habiéndose de ausentar, llamó a sus propios siervos y les confió sus bienes.» Se habla de una ausencia más o menos larga. De la figura de un esposo hemos pasado a la de un hombre que se ausenta por un tiempo. Su ausencia servirá para que cada uno de sus siervos (tres son una totalidad) haga trabajar los talentos que les habían confiado. Al principio se creía que la vuelta del «hombre» sería inminente; hoy, casi nadie habla de ello. La diferencia en la donación de los talentos, cinco, dos, uno, no se habría de relacionar con el premio que les tiene preparado, según se desprende del hecho que hace el mismo elogio del primero y del segundo: «¡Muy bien, siervo bueno y fiel!; como en pocas cosas has sido fiel, sobre muchas cosas te estableceré: entra en el gozo de tu señor.» En el ámbito de Dios los números no cuentan ni las ganancias, sino la actitud y el lucro que se aporta haciendo trabajar los talentos que le han sido confiados. El gozo es el mismo para todos y no solamente llenará su capacidad, sino que la colmará hasta rebosar. En el Reino de Dios no se pierde nada: si alguno no hace trabajar su talento y lo esconde bajo tierra, por miedo o indolencia, este talento será dado a otro que aporte sus frutos. Los talentos son un don gratuito de Dios y se dan según la capacidad de cada uno. La capacidad es propia e inalienable, pero no los talentos que Dios otorga, en los que la cantidad no cuenta nada en absoluto, sino el beneficio que reporta. La parábola es optimista: dos tercios de los siervos duplican las ganancias; un tercio ha actuado con miedo y cobardía: como mínimo, viene a decirle, debería haber actuado como la banca mundial, y Dios habría recuperado los intereses, por muy insignificantes que fueran…
Josep Rius-Camps
Teólogo y biblista
[1] Mateo, a continuación de la parábola de las diez chicas, que solo él ha desarrollado, formula otra de manera asindética (Códice Beza) o a la manera de una explicación (texto usual), la parábola de los talentos. Marcos tan solo la apunta después de invitar a los discípulos a velar, ya que no saben cuándo llegará el momento de la venida del Señor (Mc 13,33-34); Lucas la transcribirá modificada y en otro lugar, la parábola de las minas, dándole una lectura bastante diferente (Lc 19,11-27).
[2] En los tres casos se trata de una cantidad extraordinariamente grande, dado que un «talento» equivale aproximadamente a 21,7 kg de plata.
[3] La gran mayoría de manuscritos leen «diez», sumando los cinco que ya tenía a los cinco que se ha ganado. El Códice Beza, en cambio, habla del que había producido «los cinco talentos» y a quien, ahora, además de los cinco talentos que él se había «lucrado» con su trabajo, le darán el talento del siervo gandul. El texto usual habla siempre y tan solo de «ganar», mientras que el Códice Beza, en dos ocasiones, cuando el primero y el segundo siervo hablan con su señor, emplean el verbo perfectivo «lucrar», diferenciando así la ganancia que ellos habían reportado del don que habían recibido.
[4] El verbo griego echein, tener, poseer, en un determinado contexto, como aquí, adquiere el sentido de producir. Al tercer siervo, como no ha hecho producir el talento que le habían confiado, le será quitado el talento que tenía escondido en un hoyo en la tierra, para que otro lo haga rendir.





