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Mt 9,35–10,14

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(688b 532b) Mt 9,35–10,14 Códice Beza (9,36–10,8: texto litúrgico)

9,35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas y procla­mando la buena noticia del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.

36Al ver aquellas multitudes, sintió compasión de ellos, porque estaban maltratados y abatidos, «como ovejas que no tienen pastor» (Nm 20,17). Entonces dice a sus discí­pu­los: «La cosecha es abundante, pero pocos son los segadores. 37Rogad, pues, al Señor de la cosecha que envíe segadores a su cosecha.» 10,1 Yhabiendo llamado a sus Doce discípulos, les dio potestad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia.

2Los nombres de los Doce enviados son estos:[1] primero Simón, el llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago el de Alfeo y Lebeo; 4 Simón el Zelote y Judas el Scariote, el que lo entregó.

5A estos Doce Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No os dirijáis a tierra de paganos y no entréis en ninguna ciudad de samaritanos; 6 más bien dirigíos a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7Id y proclamad diciendo que el Reino de los cielos está cerca. 8Curad a los enfermos, levantad a los muertos, purificad a los leprosos y expulsad a los demonios.[2] Gratis lo recibisteis, dadlo también gratis.

9No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas; 10 ni alforjas para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el que trabaja bien se merece su sustento.

11La ciudad donde entréis, informaos bien si en ella hay alguien digno de recibiros, y quedaos allí hasta que salgáis. 12Al entrar en la comunidad, saludadla diciendo: ¡Paz en esta comunidad![3]13 Si la comunidad es digna, llegue a ella vuestra paz; más si no es digna, vuestra paz vuelva a vosotros. 14Si no os acogen ni escuchan vuestras palabras, al salir fuera de aquella la ciudad sacudíos el polvo de vuestros pies.  

Diumenge XI del temps ordinari

Tanto al principio (v. 35) como al final (vv. 9-14) del texto evangélico que se nos ha propuesto leer este domingo he suplido informaciones que he considerado oportunas para situar en su contexto vital, al principio, las instrucciones de Jesús impartidas a los Doce y, al final, el modo cómo deberían desenvolverse estos en caso de que fueran acogidos o rechazados en la misión. Tanto es así que he propuesto como título el signo que expresa la rotura con quienes no los hayan recibido, como solían hacer los judíos cuando regresaban de un país pagano. El hecho de no haber acogido la palabra los hacía impuros, como si fueran paganos. Mateo supone aquí conocida la elección de los Doce, que Marcos menciona explícitamente (Mc 3,13-18). La expresión «los doce após­toles», como se suele traducir, és única aquí y no se presenta en los demás evangelios. Simplemente designa a «los enviados» por Jesús a su primera misión circunscrita a Israel. Jesús se ha dado cuenta de que su sola presencia, enseñanza y sanación no podía cubrir las multitudes maltratadas y abatidas que andaban extraviadas «como ovejas que no tienen pastor» (Nm 20,17), y sintió compasión de ellas. Para paliarlo, decidió escoger a Doce misioneros para que cooperaran con él en aquella difícil tarea. Con algunas variantes, sus nombres nos son bien conocidos. En las instrucciones que les imparte, queda clara que su misión debe circunscribirse a Israel, por no considerar, según Mateo, que los samaritanos formasen parte del pueblo judío. Jesús se alinearía con aquellos que excluían a los samaritanos como si fueran paganos, mientras que ni Lucas (Lc 10,30-37) ni Juan (Jn 4,4-48) compartirán ese exclusivismo. Entre las instruc­ciones que les imparte el Códice Beza pone énfasis cuatro veces en la necesidad de liberar a las personas: «Curad a los enfermos, levantad a los muertos, purificad a los leprosos y expulsad a los demonios. Gratis lo recibisteis, dadlo también gratis», haciendo uso de «la potestad» que les había conferido sobre toda clase de espíritus inmundos «para expulsarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia».

Josep Rius-Camps
​Teólogo y biblista


[1] La expresión «los doce após­toles», como se suele traducir, es única aquí y no se presenta en los demás evangelios. Simplemente designa a «los enviados» por Jesús a su primera misión circunscrita a Israel.

[2] Entre las instruc­ciones que les imparte el Códice Beza usando el imperativo aoristo, en vez del imperativo presente, pone énfasis cuatro veces en la necesidad imperiosa de liberar a las personas.

[3] El Códice Beza, avalado por el Sinaítico original y tres grandes unciales nos han conservado la fórmula de saludo que usaban los judíos: «saludadla diciendo: ¡Paz en esta comunidad!».

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